Feminismo para torpes by Nerea Pérez de las Heras

Feminismo para torpes by Nerea Pérez de las Heras

autor:Nerea Pérez de las Heras [Pérez de las Heras, Nerea]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Ciencias sociales
editor: ePubLibre
publicado: 2019-02-28T16:00:00+00:00


La culpa es de las madres

Tras un largo debate con Jaime a gritos en los columpios sobre estereotipos dañinos para las mujeres y tan alienantes que hasta nos impiden reconocer la violencia, su salida fue informarme de que, a Elena, los leotardos se los había puesto su madre. Claro, su madre es la que «se ocupa de estas cosas».

En este libro hay muchos ejemplos de cómo los pasos que damos hacia el feminismo se usan contra nosotras. Como si cada vez que tratamos de buscar justicia o actuar con libertad estuviéramos tirando un boomerang que en algún momento volverá para golpearnos en la frente. Los golpes son la culpabilización cuando denunciamos públicamente malos tratos o acoso, las acusaciones por ser demasiado ambiciosas cuando destacamos, o de victimizarnos cuando simplemente hablamos de nuestra realidad. De todas estas volteretas argumentales machistas, la primera y la más perversa es decir que el machismo es culpa de las madres porque son ellas las que se ocupan de la educación de los hijos y las hijas en los roles de género. Si tu novio lleva treinta y cinco años sin limpiar un váter, la culpa es de su madre porque, al fin y al cabo, era ella y solo ella la responsable de hacer de él un hombre autosuficiente. O sea, el tipo tiene canas y un posgrado de Ciencias Políticas, pero la culpa de que sea un misógino la tiene su madre por haberle inculcado valores machistas a base de inflarle la autoestima y recortarle los bordes del pan de molde a sus sándwiches de Nocilla.

En resumen: la sociedad no es igualitaria porque solo nosotras nos ocupamos de los cuidados y solo nosotras nos ocupamos de los cuidados porque la sociedad no es igualitaria. Es un círcu­lo vicioso, pero además una mentira y una trampa. Es otra vez la irrespirable normalidad operando a toda máquina, las mujeres nos ocupamos de los cuidados porque nos lo han enseñado otras mujeres que, a su vez, lo han aprendido así. Y lo hacemos para encajar, no porque sea natural, no porque nos guste ocuparnos del trabajo invisible y tedioso que propicia que los hombres tengan tiempo y energía para salir ahí fuera a trascender. La filósofa Ana de Miguel, una referente imprescindible del feminismo, dice que el machismo es la única opresión en la que la oprimida antepone la felicidad del opresor a la propia. A la presión por mantener los roles tradicionales, se añaden nuevas presiones: libérate del machismo, progresa, destaca creativamente y rompe moldes, eso sí no sin antes dejar a las próximas generaciones bien formadas en la igualdad de género, peinadas, planchadas y con la merienda hecha.

¿Cuántas veces has oído eso de «yo no soy machista porque en mi casa manda mi madre»? No manda, gestiona, realiza un trabajo de logística constante, agotador y no remunerado. La supuesta autoridad de esas madres, que por lo visto anulan el machismo, se llama carga mental. Consiste en que cuando las mujeres no están haciendo las labores del hogar, las están organizando y repartiendo.



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