Entrevista con el amor by Helen Bianchin

Entrevista con el amor by Helen Bianchin

autor:Helen Bianchin
La lengua: spa
Format: epub
editor: Harlequin Ibérica, una división de HarperCollins Ibérica, S.A.
publicado: 2019-05-27T12:20:18+00:00


Durmió mal y se despertó con dolor de cabeza. No era nada extraño después de recibir semejante oferta de Manuel de la Guarda.

De camino al trabajo, encontró un enorme atasco, nada fuera de lo normal. Cuando llegó a la emisora, tenía poco tiempo que perder.

Aquel fue uno de los peores días de su vida. Después de una semana de vacaciones, tenía mucho trabajo atrasado, papeles y llamadas que atender. En consecuencia, eran casi las siete cuando salió de edificio.

Ya se veía en casa tomando una bebida fría, duchándose y comiendo algo. Ya trabajaría en el ordenador por la noche.

Llegó al aparcamiento para empleados y buscó las llaves de su coche en el bolso. Al levantar la mirada, vio que Manuel salía de un coche aparcado junto al suyo.

La sorpresa la dejó inmóvil durante unos segundos.

Llevaba un traje negro y una camisa azul oscuro que acentuaban la dureza de su expresión.

–¿Un mal día? –dijo sonriendo sin ningún sarcasmo.

–No te lo puedes ni imaginar.

–¿Has comido?

¿Comida? Sólo recordaba haber tomado un sándwich al mediodía.

–No.

–Yo tampoco. ¿En tu coche o en el mío?

–Creo que no…

–Vamos a un restaurante o a un café. A algún lugar tranquilo donde podamos comprar algo para llevar y comérnoslo en el parque.

¿Es que no se daba cuenta de que estaba agotada?

–Manuel…

–Dame ese gusto.

–Hay un lugar aquí cerca. Voy allí cuando salgo tarde del trabajo. Será más fácil si me sigues en tu coche.

Él le quitó las llaves de la mano, abrió el coche y le devolvió las llaves.

El contacto de aquellos dedos con los suyos fue algo eléctrico, y, sin darse cuenta, contuvo la respiración mientras se ponía al volante de su coche.

Durante todo el día, había estado haciendo listas en la cabeza de los pros y los contras de casarse con Manuel de la Guarda y había llegado a la respuesta definitiva.

Cada vez que había sonado el teléfono, se imaginaba que era él, por lo que, con todo el trabajo acumulado, había terminado deshecha.

No tardaron mucho en llegar a un pequeño restaurante italiano. En pocos minutos, habían pedido.

El lugar tenía un ambiente acogedor y agradable, y Ariane trató de no pensar en el hombre que se sentaba junto a ella.

Manuel emanaba vitalidad.

–Tu primer día de vuelta al trabajo y todo te ha ido mal.

–¿Tan obvio es?

Ningún hombre en sus cabales le diría a una mujer que parecía agotada.

–Era sólo una suposición. Es normal después de trabajar hasta tan tarde.

Ariane dio un largo trago de su vaso de agua helada y empezó a comer la bruschetta que el camarero les había puesto de aperitivo y siguió después con unos tortellini.

–Comamos primero.

–Muy bien. Y mientras tanto tengamos una conversación de circunstancias. ¿Qué has hecho tú hoy?

–Tuve una reunión en Adelaida esta mañana y después he tenido unas reuniones con asesores aquí en la ciudad.

–¿Otro negocio de alto nivel cerrado con éxito?

–Sí.

Pocos minutos después, Ariane había terminado de comer. No quiso postre y pidió un té.

–¿Te has tomado algo para el dolor de cabeza?

¿Cómo sabía que le dolía?

–Nada lo suficientemente fuerte. Cuando llegue a casa, me tomaré unas pastillas y me meteré en la cama.



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