En defensa de Dios by Karen Armstrong

En defensa de Dios by Karen Armstrong

autor:Karen Armstrong [Armstrong, Karen]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia, Espiritualidad
editor: ePubLibre
publicado: 2009-01-01T05:00:00+00:00


Lo que conocemos del mundo exterior, lo conocemos exactamente de la misma manera en que lo conoce Dios; podríamos tener las mismas ideas «claras» y «distintas» que Dios.

Una vez Descartes estaba seguro de que el mundo material existía, podía seguir con la segunda parte de su proyecto: la creación de un método científico único que pudiera colocar bajo el dominio de la razón a un mundo que estaba dando vueltas de forma incontrolada. En su deseo de dominar la realidad, Descartes no podía aceptar la idea de que el cosmos hubiera surgido por accidente. Su cosmos era una máquina complicada y bien engrasada, puesta en movimiento y sostenida por un Dios todopoderoso. Como Mersenne, Descartes reactivó el antiguo atomismo griego, pero con la adición crucial de un Creador supervisor. En el momento de la creación, Dios había impuesto sus leyes matemáticas a los átomos, de manera que el hecho de que un átomo colisionara con otro no era una cuestión de azar, sino que ocurría en virtud de unos principios divinamente implantados[673]. Una vez que todo había sido puesto en movimiento, no era necesario ninguna otra acción y Dios podía retirarse del mundo y permitir que funcionara por sí mismo.

En una época de turbulencia política aterradora, un universo que funcionaba de forma tan regular como un mecanismo de relojería resultaba profundamente atractivo. Descartes, católico devoto toda su vida, había experimentado su «método» como una revelación otorgada por Dios y, en gratitud —por extraordinario que esto pueda parecer—, juró hacer una peregrinación al santuario de Nuestra Señora de Loreto. Sin embargo, la filosofía de Descartes era profundamente irreligiosa: su Dios, una idea clara en su mente, estaba en camino de convertirse en un ídolo, y su meditación sobre el yo pensante no tuvo como resultado ninguna kenosis, sino la afirmación triunfante del ego. No había ningún sobrecogimiento en la teología de Descartes: en efecto, creía que era tarea de la ciencia disipar el asombro. En el futuro, por ejemplo, se miraría a las nubes «de manera que ya nadie tendría ocasión de asombrarse de nada de lo que se pueda ver de ellas, o de nada que descienda de ellas»[674].

En la dedicatoria de sus Meditaciones metafísicas, al «Ilustrísimo Decano y a los Doctores de la Sagrada Facultad de Teología de París», Descartes hacía una afirmación asombrosa: «Siempre he considerado que las dos preguntas respecto de Dios y el alma eran las más importantes de cuantas deben ser demostradas por argumentación filosófica [es decir, científica] más que teológica»[675]. En la evidente esperanza de que estarían de acuerdo con él, Descartes informó tranquilamente al cuerpo de teólogos más ilustre de Europa de que ellos no eran competentes para hablar de Dios. Matemáticos y físicos realizarían esa tarea de manera más eficaz[676]. Y todos los teólogos coincidieron gustosamente con él. Fue un movimiento fatídico. En adelante, cada vez más, la teología se traduciría a un idioma «filosófico» o «científico» que era ajeno a ella.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.