El vuelo de Lena by Sara Ballarín

El vuelo de Lena by Sara Ballarín

autor:Sara Ballarín [Ballarín, Sara]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-05-31T16:00:00+00:00


¡Ole, mi abuela, que se suelta la melena! Ella se quita el moño cuando se quiere liberar y yo me corto el pelo cuando quiero hacer lo mismo. Curioso. ¿Qué nos pasa a las mujeres con el pelo que lo utilizamos como arma para mostrar nuestras emociones más ocultas? Quizá no sea para tanto, claro, pero al pensarlo de refilón tengo una idea. Una idea para el borrador que estoy escribiendo. Y aunque mi padre siempre dice que las ideas repentinas hay que dejarlas reposar y meditarlas antes de escribirlas, enciendo el ordenador y me pongo a escribir, aunque sean más de las diez de la noche. Doy rienda suelta a lo que mi mente va expulsando y continúo lo que había empezado. Y mientras lo hago, no dejo de sonreír. No por cómo está quedando, sino porque ya ni siquiera me planteo qué estoy haciendo o si el resultado será bueno: me sale solo, como siempre debió haber sido; sin las barreras que yo misma me había puesto y sin pensar en mi padre, en Mara, en decepciones o desilusiones. Solo pienso en mí y en disfrutar mientras hago lo que me gusta.

Tras mi ratito de escritura, que dura como un par de horas más, me estiro en la silla de mi escritorio. Tengo ganas de tener mi propio espacio, mi despacho, una mesa en condiciones al lado de una ventana o algo así. Quizá no sería tan mala idea considerar independizarme. Quizá ahora que me encuentro tan bien sería un buen momento para levar el ancla que me amarra a este piso. No sé, quizá Yayi, mi padre y Dani tengan razón. Lo pensaré mañana. Pero lo pensaré. Sonrío y justo oigo la puerta de casa abrirse. Sonrío más y salgo a recibirlo.

—Ey —dice meloso, dándome un beso.

—¿Qué tal te lo has pasado?

—Bien, normal. Unas birras, unas risas y poco más. —Deja las llaves en el cuenco que tenemos para ello y cierra la puerta. Se encamina hacia el baño.

—¿Has cenado?

—Nah, hemos picoteado nachos y eso. Suficiente. —Le oigo decir.

Bostezo y voy hacia la cama. Daniel me sigue y se desnuda, mirándome pícaro. Yo me río también y enseguida se mete en la cama conmigo, abrazándome.

—¿Qué tal tú? ¿Qué has hecho? —me pregunta dándome besos por el cuello, que me encienden.

—Mmhh. —Es mi única respuesta.

—Muy detallado, sí. —Nos reímos—. ¿Has leído? —dice besando mis comisuras.

—Mmhh.

—¿Has escrito?

—Mmhh.

—¿Me lo vas a dejar leer?

—Anda, cállate y bésame —digo sonriendo.

Y en un movimiento rápido me subo encima de él y nos enredamos el uno en el otro, olvidándome de las dudas que me sobrevuelan y dando rienda suelta a nuestros sentidos una vez más.



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