El sol y su sombra by Piper C. J

autor:Piper C. J. [J., Piper C.]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Young Adult Fiction, Romance, General, Fantasy, LGTBIQA+, LGBTIQA+, queer
ISBN: 9788419688071
Google: RQHZEAAAQBAJ
editor: Alfaguara Infantiles Y Juveniles
publicado: 2023-11-08T23:00:00+00:00

26

Mal. Nox sabía que aquello estaba mal.

Ese no era el aspecto que tenía. No olía así. No había ni humo ni fuego ni gritos de rabia o miedo. El lugar le resultaba familiar, pero nada coincidía con la realidad. Ya había estado allí antes. Las texturas de los suelos y paredes relucientes, los olores de los arces y la cascada y el resplandor pulido del mármol no eran nuevos. Pero nunca lo había visto así.

¿Estaba soñando?

Nox rebuscó en su interior para recordar lo que sabía que era verdad. Se llamaba Nox. Tenía veintiún años. Se había criado en Farleigh. Ya no vivía ni trabajaba en el Selkie. Viajaba con dos reevers. Amaris se había ido. Estaba durmiendo en Henares. Le había dado un mordisco a una manzana. ¿Una manzana?

Pero esto…

Había estado allí justo el día anterior.

Era el templo de la Madre Universal, salvo que, cuando ella lo había visto, todo estaba ardiendo. Un grotesco remolino de cenizas y ascuas había consumido el árbol, con la corteza en llamas. El mármol blanco y dorado del templo se había convertido en un horno, de manera que cada roce con la piedra suponía una dolorosa quemadura. Había sangre, cadáveres y cenizas. El humo era más espeso que el aire. Los sonidos se correspondían con los de los hombres, el metal y el dolor. En el cielo, las nubes ocultaban la luna por lo densas que eran. Toda la luz que coloreaba su memoria era roja e iracunda. Hacía tanto, tantísimo calor…

Ahora, al evaluar los alrededores, sintió un alivio, no solo con respecto a la temperatura, sino también a la energía, a la luz de la luna, al suave susurro de las hojas turquesa de los árboles del valle en el que se encontraba el templo.

Observó la estancia desde arriba, como si se encontrase en algún lugar elevado del templo. Era un pájaro, un fantasma, una mosca en el techo. La habitación de mármol, donde reinaban la quietud y la paz absolutas, estaba bañada en los tonos plateados y negros de la noche en calma. Las motas doradas de la piedra blanca no solo reflejaban la luz de la intensa luna llena, sino también el brillo iridiscente del árbol que crecía en el medio de la estancia. El árbol —el centro de gravedad del templo— parecía estar tanto a sus pies como a su alrededor. Estaba sano, tenía el tronco retorcido, era ancestral y sabio y no había ni rastro de llamas, carbonilla u otros estragos. Del árbol, tan antiguo como el mismísimo tiempo, no colgaba ningún fruto. Una suave brisa agitó sus ramas, que silbaron con el viento como si se movieran al ritmo de una melodía. Nox tuvo la sensación de que el aire le acariciaba el pelo que le caía junto a la mejilla.

Entonces vio a alguien.

Reconoció a la sacerdotisa de Tarkhany de inmediato.

Nox la había visto el día anterior, durante uno de los momentos más horribles de su vida. La chica tardaría en olvidar el trágico estado en el que se había encontrado a la mujer derribada.

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