El Ku Klux Klan: un siglo de infamia by William Peirce Randel

El Ku Klux Klan: un siglo de infamia by William Peirce Randel

autor:William Peirce Randel [Randel, William Peirce]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Divulgación, Historia, Sociología
editor: ePubLibre
publicado: 1965-01-01T00:00:00+00:00


En su informe de 1868, que forma parte del “Informe del secretario de Guerra”, Howard no menciona en parte alguna por su nombre al Klan, pero cita numerosos ejemplos de sus tácticas obstruccionistas que corrían paralelamente a la general resistencia sudista a las actividades de la Oficina. En una región que jamás había aceptado previamente el principio de la educación subvencionada mediante impuestos, observaba el general, se extendió considerablemente la oposición a las escuelas creadas por la Oficina y por los grupos de ayuda del Norte. Las autoridades civiles, en lugar de cooperar para castigar a los maleantes, cerraban los ojos ante las escuelas incendiadas y otras muchas más atrocidades. Maryland, estado un poco más avanzado que los demás del Sur en tener escuelas para negros, limitaba su ayuda a los impuestos o pequeñas cuotas que pagaban los mismos negros; pero aun así existía una considerable oposición blanca a las escuelas. Esta actitud blanca en Virginia, pensaba Howard, estaba mejorando, pero, sin embargo, tenía que informar acerca de algunos casos de violencia llevados a cabo por “grupos ilegales” (su amable eufemismo para referirse al Klan); se estaba colocando una especie de soga al cuello del negro para impedir que votara. En Florida, los negros vivían relativamente bien; había tanta tierra de propiedad pública que muchos negros ya se habían establecido en terrenos propios, cuya extensión oscilaba entre los 10 y los 40 acres. En Georgia la oposición estaba prácticamente en todas partes, y las autoridades civiles no podían, o no querían, castigar a los culpables. El peor crimen que había llegado a conocimiento en el último año de Howard había sido cometido en Louisville, una ciudad de Georgia no lejos de Augusta: un negro había sido quemado vivo por el supuesto delito de haber violado a una mujer blanca.

Todo esto lo informaba Howard con su usual objetividad. Pero también incluía algunas declaraciones de funcionarios de la Oficina, así como las de otros funcionarios federales que trabajaban en varios lugares del Sur y que no dudaban en citar el nombre del Klan. El gobernador de Luisiana, Warmoth, escribiendo desde Nueva Orleans, el 1 de agosto de 1868, describía las terribles condiciones de aquella ciudad y del estado. No el Ku Klux Klan, sino los Caballeros de la Camelia Blanca, intentaban expulsar a todos los hombres de la Unión y aterrorizar a los negros para que no votasen. La organización, según el gobernador, estaba “fundada con el propósito de colocar y mantener a la gente de color en estado de inferioridad […] Muchos ciudadanos prominentes del estado son líderes de ella”. Los miembros de la organización hacían prácticas de instrucción en público en las calles de Nueva Orleans. La presencia de tropas federales impediría que los Caballeros de la Camelia Blanca perturbasen la legislatura. A menos que el Gobierno hallara los medios para instaurar el orden, Warmoth opinaba que era muy probable que estallara una rebelión.

Como nota al pie de esta declaración, el general ayudante citaba a la Constitución, artículo IV, sección



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