El camino a Eleusis by Albert Hofmann & Carl A. P. Ruck & Robert Gordon Wasson

El camino a Eleusis by Albert Hofmann & Carl A. P. Ruck & Robert Gordon Wasson

autor:Albert Hofmann & Carl A. P. Ruck & Robert Gordon Wasson [Albert Hofmann]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Filosofía, Historia, Salud y bienestar, Lang:es
publicado: 2013-08-02T11:07:54+00:00


Luego el hierofante ejecuta la iniciación y toma las cosas de la cámara, y las distribuye a todas las que llevarán el kernos en derredor en el baile… Después, alzando su kernos por lo alto, a la manera de quien lleva el liknon, o canasta de abalear, prueba esas cosas.[42]

Así pues, el hierofante iniciaba la libación; en seguida los iniciados seguían su ejemplo mientras aguardaban, escuchando sus cánticos en el telesterion oscurecido, el momento de la revelación: una visión inequívocamente inducida por lo que habían bebido, ya que la acompañaban síntomas propios de las experiencias con enteógenos, como el sudor frío y una sensación de vértigo,[43] El significado de tal experiencia había sido reafirmado por meses de rituales. En Eleusis, el adoctrinamiento final había incluido la manipulación de los objetos sagrados que encerraban los kistai, los cestos tapados de los misterios que los iniciados habían traído consigo a lo largo de la Vía Sacra. Aquí también nos parece descubrir un simbolismo semejante al de la guarnición de las copas del kernos, que revela una compleja estructuración de los reinos vegetal y animado que se derivaría de la celebración de los misterios: pues, según se nos dice, estos kistai contenían panecillos sagrados de diversas formas y significados, bolas de sal, granadas, amapolas, ramas de higuera, una serpiente, el thyrsos, objetos característicos de las vidas diversas de lo masculino y lo femenino, y los emblemas místicos del Dionisos menádico y de Temis, la diosa que ratificaba su divina aprobación al mundo que surgiría.[44] Estos actos rituales, los llamados dromena de la iniciación, eran acompañados por palabras recitadas, los logomena. Todas estas cosas eran secretas, y lo que sabemos de ellas por fuentes tardías procede de gente que no entendía su significado o no quería molestarse en averiguarlo.

La naturaleza de la droga del kykeon también debe haber sido parte del secreto, de las aporrheta o cosas que no deben ser dichas; pero según Aristóteles los misterios eran más bien una experiencia y no algo que se aprendiera.[45] Básicamente eran arrheta, o inefables. Ambos niveles de prohibición atañían a los misterios. La droga y los mitos etnobotánicos en los que intervenía, programaban a los iniciados para una revelación homogénea, pero en esencia incomunicable; un conocimiento tan profundo que rara vez necesitaba ser repetido. Los alimentos terrestres adquirían valores emotivos y simbólicos, y recibían connotaciones que tenían ramificaciones mágicas en las estructuras fundamentales de la sociedad civilizada y en su correspondencia con las realidades metafísicas. La vida misma crecía como una planta, rediviva de la muerte, la inevitable estancia en la oscuridad ctónica; y los dioses bajo y sobre la tierra, lo mismo aquellos cuyo privilegio era morir eternamente que los que vivían por siempre, se reunían reconciliados entonces.

En tal mediación los granos, la planta cultivada por excelencia, era el príncipe fundamental, el héroe que sucumbía y que repetidamente se alzaba en el reino celestial para mitigar la angustia de la diosa Deméter por la mortalidad de todas sus criaturas. Alphi, una espiga de cebada, era la revelación final en Eleusis.



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