Easy by Tammara Webber

Easy by Tammara Webber

autor:Tammara Webber
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2012-11-15T23:00:00+00:00


14

Después de tres meses lejos, la casa olía gracioso. Como a perro... combinado con la colonia Chanel que mamá siempre usaba,

además de algún otro aroma indefinible que mi mente clasifica

como hogar. Aún así era algo extranjero. Ya no pertenecía aquí, y mi cuerpo lo sabía.

Conecté mi bajo, todavía acurrucado con seguridad dentro de su estuche de viaje con ruedas. Sin padres y sin Coco, había pocas razones para llevarlo más

allá de la sala. Lo recargué contra la pared, donde permaneció como otro

mueble más. Las luces de la casa estaban programadas, ya que mamá y papá se habían ido. Decidí dejarlas encenderse y apagarse a su voluntad, con la excepción de la iluminación de la cocina y las lámparas en mi dormitorio, las cuales probablemente no se encenderían de otra manera.

Había comida en la despensa y el congelador, pero casi nada en el refrigerador. Mis padres se habían deshecho de todas las cosas perecederas antes de su viaje, sin saber que yo vendría a casa esta noche, ya que nunca les dije. Mamá me mandó un mensaje antes de que abordaran su avión, agregando: Diviértete con Erin. Nos vemos el próximo mes. Sin dudar jamás de mis planes, ella de alguna manera llegó a la conclusión de que me iría a casa con mi compañera.

Calenté una caja de Lasaña vegetariana orgánica para cenar y transferí una hamburguesa de pavo molido del congelador a la nevera, para mi almuerzo de acción de gracias. También había una mitad de un paquete de Ttater Tots en el congelador, y encontré una botella sin abrir de cóctel cranberry en la despensa. La pasé a la nevera. TAH-dah! Acción de gracias para uno.

Después de ver un par de programas de comedia, apagué la televisión, moví la mesa para el café de nogal desde su lugar, perfectamente centrada sobre la alfombra tibetana hecha a mano y desempaqué mi bajo. Cuando no pude encontrar mi atril, improvisé con un soporte para masetas, tocando los inicios de una pieza de preludio, que había comenzado a componer para mi solo de fin de año.

Lo último que esperaba escuchar, mientras garabateaba notas era el timbre de la puerta. Nunca había tenido miedo de estar en casa sola, pero hasta entonces, nunca había estado tan completamente sola aquí. Me debatí entre pretender que no había nadie en casa, pero claro, quien fuera que era me había escuchado tocar y me escuchó dejar de hacerlo. Coloqué el bajo a un lado y me acerqué a la sólida puerta y me pare de puntitas para ver a través de la mirilla. Kennedy se encontraba allí, sonriendo directamente hacia mí, iluminado por el resplandor de las luces duales del porche. No podía verme, por supuesto, pero había abierto esta puerta muchas veces y sabía casi tan bien como yo la vista desde el interior.

Quité el cerrojo y abrí la puerta, pero no me moví de la entrada. — ¿Kennedy? ¿Qué estás haciendo aquí?

Miró detrás de mí y escuchó el silencio absoluto de la casa. —¿Salieron tus padres?

Suspiré.



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