Diosa by Anonymous

Diosa by Anonymous

autor:Anonymous [Anonymous]
La lengua: spa
Format: epub
publicado: 2014-03-19T04:00:00+00:00


Matt vio a Apolo dejar en paz a Héctor y a Andy, y soltó la empuñadura de su espada, agradecido de que, finalmente, nada hubiera ocurrido. Por supuesto, no habría permitido que Apolo le hiciera daño a la pobre muchacha, pero sabía que su intervención habría causado un sinfín de problemas y discusiones. Matt todavía estaba tratando de convencerse de que podía vivir con ciertos recelos siempre y cuando el mal mayor fuera eliminado. Se alegraba de que todavía no tuviera que enfrentarse a esos recelos y tenía la esperanza de que los dioses no le empujaran hacia una situación en la que no tuviera más opción que afrontarlos.

Con sigilo, se acercó a la playa. Había procurado ser lo más silencioso posible, pero sabía que la única razón por la que Héctor no había notado su presencia era porque Andy le estaba distrayendo.

Andrómaca y Héctor se habían reencontrado. Por lo que Matt había podido ver, compartían el mismo amor de antes. Era una relación tierna y divertida, capaz de sobrevivir a cualquier circunstancia, incluidas la guerra, el hambre y la pérdida de los seres más queridos. Gracias a ese amor, la ciudad de Troya había resistido el sitio.

Matt les deseaba lo mejor de todo corazón y esperaba que, esta vez, las cosas fueran distintas. Sentía un gran aprecio por Héctor. De hecho, siempre le había tenido una gran estima, a pesar de sus diferencias políticas. Él era el único que realmente le comprendía.

«Eso es lo curioso de las murallas. A veces, los hombres de ambos lados lo tienen casi todo en común, excepto por el pequeño detalle de que ansían matarse los unos a los otros», pensó Matt.

Perfilando la orilla de la playa que iluminaba el faro Great Point, a Matt le costaba distinguir las tiendas del campamento de su ejército. Estaban tan bien camufladas durante el día que cualquier observador casual las podía confundir con dunas de arena. Pero él sabía qué eran. Nidos de mirmidones.

—Maestro —dijo Telamón, que apareció junto a Matt quedamente.

Matt sonrió y le dio un fuerte apretón de manos a modo de saludo. Le sorprendió sentir un vínculo tan profundo con el capitán. De pronto, una serie de buenos recuerdos acudieron a su memoria, recordándole el lazo que los había unido durante tanto tiempo. Telamón le miraba con atención.

—No me parezco en nada a él, Telamón —dijo al fin Matt.

—Lo importante no son las apariencias —contestó el capitán con total sinceridad—. Lo que cuenta es tu convicción.

—Sé en qué creo. Habría creído en ello aunque el puñal jamás hubiera llegado a mis manos. Ahora lo sé, y sé qué debo hacer —dijo con aire triste. Después, soltó a su viejo amigo.

Entonces se percató de que una masa de hombres se movía entre las dunas. Se reunieron alrededor de Matt, como una neblina de lanzas y espadas.

—Y precisamente por eso el puñal te escogió a ti. —Telamón dio un paso atrás y alzó un poco la voz para incluir a los otros treinta y dos mirmidones—. El maestro jamás impondría sus creencias en cualquiera.



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