Deseo by Meghan March

Deseo by Meghan March

autor:Meghan March [March, Meghan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2016-12-31T16:00:00+00:00


25

Mount

—¿Cuántos más? —le pregunto a Saxon al tiempo que bajo la mira telescópica. En menos de setenta y dos horas hemos librado a Nueva Orleans de casi todos los hombres de Eduardo.

—Cuatro. Están atrincherados como ratas en el complejo —contesta el sicario, asqueado por la cobardía que demuestran los dirigentes del cártel.

—Encargándote a ti el trabajo, no esperaba menos.

Saxon ladea la cabeza.

—Cierto.

Keira me comparó con el arcángel san Miguel, algo que me resulta un poco espeluznante dado mi antiguo nombre, pero aquí no buscamos justicia divina ni nada que se le parezca. Sí, me estoy vengando por cada gota de la sangre de Keira que se han atrevido a derramar, pero también por el hecho de no haber cumplido la parte del trato que les correspondía. Para mantenerse en mi posición y conservar el poder, hay que dar ejemplo y no solo con un hombre.

No. Hay que dar ejemplo con todos. Con todos y cada uno de ellos.

Y cuando su facción desaparezca de Nueva Orleans, su rival se hará con el poder, pero lo hará respetando unas normas que yo he forjado con la sangre de sus enemigos.

Estamos haciendo una declaración y no es agradable.

Voy vestido de negro, igual que Saxon, con un chaleco antibalas, y llevo más munición y más armas encima que un marine pertrechado para entrar en combate. Estamos apostados en un tejado, a menos de un kilómetro del cuartel general del cártel, vigilando a los cuatro últimos.

He enviado a México un mensaje muy clarito, advirtiéndoles de que como envíen a un hombre más a este lado de la frontera, lo tomaré como una invitación para ir a verlos con un ejército. Y cuando digo «un ejército», me refiero a lo mejor que el Tío Sam tiene para ofrecer en todas las agencias gubernamentales que tengo compradas. Esta guerra de la droga podría haber acabado hace años, pero es demasiado rentable para los dos bandos.

Alguien más aparece en el tejado a nuestro lado, y tanto Saxon como yo lo apuntamos con nuestras armas en cero coma.

Ransom levanta los brazos.

—Venga, disparadme. A ver quién los hace desaparecer después, cuando los matéis, ¿eh? La prensa se volvería loca si descubriera todos los cuerpos que la policía no va a encontrar.

Las palabras de Ransom son ciertas, y Saxon y yo apuntamos de nuevo en dirección al complejo. Solo hemos dejado los cuerpos necesarios para demostrar que vamos en serio y para conseguir la atención mediática justa.

—Se te va a pagar. ¿Qué más te da?

—No soy un puto enterrador. Soy un contrabandista. Estoy desaprovechando mis habilidades. Ten por seguro que voy a subir la tarifa por la desaparición de cadáveres después de esto.

Lo miro por encima del hombro.

—¿Quieres coger un arma y quedarte un rato con nosotros para romper la monotonía?

Saca un puñal largo de aspecto letal.

—Me gusta estar más cerca y que sea un poco más personal. ¿Qué general dijo que no se disparara hasta que no vieran el blanco de los ojos del enemigo? Eso me va más. Esta mierda a distancia no me gusta.



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