Delitos de familia by Tove Alsterdal

Delitos de familia by Tove Alsterdal

autor:Tove Alsterdal [Alsterdal, Tove]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 2022-10-17T00:00:00+00:00


El hotel que había reservado estaba en Gamla Stan; era espartano, con una habitación tan minimalista como exigían las reglas de presupuesto de la policía. La única vista que tenía era a un callejón oscuro, pero el hueco de la ventana era tan profundo que podía sentarse allí. La cálida humedad flotaba en el aire con el murmullo de las hordas de turistas. Eira buscó los números de los tres o cuatro amigos a quienes podía llamar. Quizás para tomar un helado y saber cómo les había ido en su carrera, en el amor, en todo. Por algún motivo, la idea la aburría más de lo que la animaba. No había vuelto a saber de ellos desde que volvió al norte, y allí aún no había contactado con ninguno de sus antiguos amigos, lo cual hacía que su vida social se encontrara en una burbuja entre el pasado y el presente.

¿No había algo en la propia expresión que sonaba arduo? «La vida social» no parecía precisamente una vida que debiera construirse, cultivarse, trabajarse.

Se quitó la camiseta sudada y se acostó en la cama; activó la aplicación de citas en su móvil.

El sistema buscaba automáticamente a los solteros en una determinada zona geográfica, lo cual hizo que Eira casi inmediatamente la hubiera cerrado cuando regresó a su pueblo. En el lapso de algunas horas, habían surgido tres conocidos del colegio y un sospechoso a quien había ayudado a detener, además del responsable de sistemas de la comisaría.

A veces, cuando estaba en Umeå o en Estocolmo, como ahora, podía abrir la aplicación y elegir de forma anónima fotos de hombres de su misma edad, con un margen de cinco años, y tal vez encontrar a alguien que no tuviera que saber que era policía.

Por una sola noche, para que no llegaran a considerarlo amor.

Unos veinte rostros pasaron delante de sus ojos. Alguno que otro parecía divertido. Un par de ellos le enviaron un mensaje, pero decidió no responder.

En lugar de eso, llamó a la hermana de Olof Hagström.

Ingela Berg Haider respondió a la segunda llamada.

—Estoy en una reunión —dijo en voz baja.

—Quizás pueda llamarme más tarde.

—No, espere un momento. —El ruido de fondo cambió cuando la mujer se alejó de la reunión; se cerró una puerta.

—He leído que han detenido a un hombre —dijo ella—. ¿Fue él quien lo hizo?

—Aún no ha sido procesado —respondió Eira—. La investigación continúa. No puedo decir más.

—¿Para qué me llama si no puede decirme nada?

No había una forma agradable de contarlo, nada lo suficientemente amable y digno.

—Los forenses liberaron ayer el cuerpo de su padre.

—¿Qué significa eso? ¿Debo ir a recogerlo? A él. No puedo.

—No, solo quiero decir que los forenses ya han terminado. Significa que pueden empezar a preparar el funeral.

—¿«Pueden»? ¿Quiénes? —Ingela Berg Haider alzó la voz; Eira podía escuchar cómo aumentaba su nivel de estrés—. No sé ni siquiera cómo quería ser enterrado. No creo que fuera a la iglesia, no era religioso. ¿Y quién vendría?

—No hay ninguna prisa —dijo Eira—. Si contacta con una funeraria, ellos pueden ayudarla con los preparativos.



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