Delfos by Michael Scott

Delfos by Michael Scott

autor:Michael Scott [Scott, Michael]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Historia, Arte
editor: ePubLibre
publicado: 2013-12-31T16:00:00+00:00


FIGURA 9.2. Inscripciones de manumisión grabadas en el muro de contención de la terraza del templo en el santuario de Apolo en Delfos (P. de la Coste-Messelière & G. Miré, Delphes, 1957, Librairie Hachette, p. 53).

10

Renacimiento

El invitado de Febo da una palmada y grita:

«Sólo existe un lugar así: desde el cielo Apolo

observó; ¡y lo eligió para su santuario terrenal!»

Aubrey de Vere, versos escritos

a los pies de Delfos, 1850

No se tienen noticias de que el primer emperador de Roma, Augusto, visitara Delfos. Pero el santuario sintió la fuerza del nuevo emperador de tres maneras concretas. Primero, porque Augusto reorganizó la Anfictionía. Tras su victoria contra Antonio en la batalla de Accio en septiembre del 31 a.C., Augusto fundó una ciudad nueva, llamada Nicópolis (la «ciudad de la victoria») en la vecindad del campo de batalla (véase mapa 2). Este nuevo asentamiento, según el geógrafo Estrabón, que escribió una guía turística de todo el mundo mediterráneo en los primeros treinta años del siglo I d.C., fue dotado por Augusto de todo lo necesario para su supervivencia. Al mismo tiempo, Augusto reformó la composición del consejo de la Anfictionía en Delfos para conceder un escaño a su nueva ciudad en este grupo ancestral; también instituyó formalmente un puesto burocrático en la jerarquía de la Anfictionía: los epimeletái, «supervisores», que eran en realidad agentes del emperador agregados al consejo de la Anfictionía.[1]

Además de la introducción de este elemento controlador, se dice que Augusto y su esposa, Livia, enviaron ofrendas al santuario de Delfos. Livia se sentía especialmente atraída por las particularidades de la práctica y las creencias délficas. Junto con las sabias máximas inscritas en la pronaos del templo de Apolo en Delfos («Conócete a ti mismo», «Nada en exceso», «Un juramento conduce a la perdición») estaba la misteriosa letra «E». Plutarco, que, a principios del siglo II d.C., fue sacerdote de Apolo en el templo, recoge un análisis completo sobre el significado de esta letra, en la que no se pusieron de acuerdo ninguno de sus amigos. Pero explica el hecho que la letra «E» original fue tallada en madera y colgada en el templo, que los atenienses habían sustituido esta letra de madera por una de bronce y que Livia, a su vez, la había cambiado por una de oro, aunque no explica por qué se sintió especialmente interesada —entre todos los objetos de Delfos— en esta letra misteriosa.[2]

El interés final de Augusto en Delfos giró alrededor de la relación cada vez más estrecha entre el santuario y Atenas, que había florecido en el último cuarto del siglo II a.C., en una época en la que Atenas no sólo había restituido su festival centrado en la procesión ceremonial, la Pythais, sino que la Anfictionía también había alabado a Atenas como salvadora de la civilización. Ahora, casi un siglo después, bajo Augusto, los atenienses decidieron cambiar el nombre de Pythais por Dodekais. Al hacerlo, unieron la procesión sagrada con la fecha del nacimiento del nuevo emperador, el decimosegundo día del mes ateniense de Boedromión.



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