De la naturaleza a la sociedad (Spanish Edition) by Félix Ovejero Lucas

De la naturaleza a la sociedad (Spanish Edition) by Félix Ovejero Lucas

autor:Félix Ovejero Lucas [Lucas, Félix Ovejero]
La lengua: eng
Format: epub
publicado: 2014-12-14T23:00:00+00:00


LA INDUCCIÓN EN DARWIN

The Origin es en buena medida un enorme inventario de observaciones perfectamente dispuestas al servicio de la fundamentación de una teoría. En rigor, no cabe calificar semejante proceder como inductivo, aunque Darwin parece, o tal vez quiere, hacernos creer lo contrario. Abre la obra con citas de los clásicos de la inducción: Bacon y Whewell. Sostiene que la «ciencia consiste en agrupar datos para poder extraer de ellos leyes o conclusiones generales». Apela a la inducción al describir su propio proceder: «Mi mente parece haberse convertido en una máquina que elabora leyes generales desde enormes cantidades de datos»; 186 «la línea de argumentación a menudo perseguida en casi toda mi teoría es la de establecer una cuestión como probable mediante la inducción y aplicarla como hipótesis a otras cuestiones y ver si las resuelve».187 Para persuadirnos «de la verdad de una proposición» hay que mostrar —le hemos visto decir— «una gran cantidad de hechos».

Sin embargo, la síntesis darwiniana no puede ser calificada de inductivista. Al menos en el sentido en el que participan de esa condición aquellas disciplinas baconianas de las que se nutre, en donde los inventarios factuales y los procedimientos observacionales son normas: las colecciones mineralógicas, las comparaciones de la paleontología estratigráfica, la anatomía comparada, los mapas geológicos, la sistemática, etc. En estas disciplinas el ideal inductivo está muy cerca de satisfacerse. Su reclamo de acudir al mundo «sin prejuicios» es una demanda tosca de un «lenguaje observacional» compartido que haga posible la inducción. El problema aparece porque la ontología del lenguaje observacional es tributaria de la teoría. Pero una vez estamos de acuerdo en el criterio de identificación, el ideal algorítmico de inductivismo es aplicable: la taxomonía fenética, utilizando el criterio de similitud global, clasifica los organismos por ordenador. No es casual que quienes tratan de justificar el razonamiento inductivo apelen al «sentido común», la «intuición inductiva» o el «uso cotidiano»,188 fórmulas que presumen la aceptación de un universo ontológico compartido. Por ello, Galileo violenta el «sentido común» con el «discorso», con la deducción que desvela la «falacia» de los sentidos. Entonces quedará demostrado que la descripción del mundo no es única, que las inducciones no eran inevitables (aquí existe cierta analogía con los procesos perceptuales: el mismo aparato neurosensorial nos hace contemplar el mismo mundo, aunque podemos saber —no percibir— que el mundo no es como lo percibimos compartidamente la especie).189

Desde esta perspectiva se hace inteligible la insistencia de los naturalistas en el rigor de la observación, la falta de apriorismo, el método comparativo, etc. Estas tesis estilísticas aparecen inextricablemente imbricadas al servicio de un lenguaje protocolario que posibilite la más central de todas ellas: la inducción. Los filósofos olvidan a veces que el problema de la justificación del razonamiento inductivo —la vana pretensión de establecer una fundamentación análoga a la deductiva— no evita que los científicos practiquen inducciones. A este descuido contribuye la falta de una «taxonomía» de los procedimientos inductivos. Porque inducción es la inferencia que realizan los sistemáticos, e inducción



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