David Copperfield by Charles Dickens

David Copperfield by Charles Dickens

autor:Charles Dickens
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Clásico-Novela
publicado: 1850-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 11

Una pérdida mayor

No había dificultad para mí en ceder a los ruegos de Peggotty, que me pedía que permaneciera en Yarmouth hasta que los restos del pobre carretero hubieran hecho por última vez el viaje de Bloonderstone. Había comprado desde hacía mucho tiempo, de sus economías, un rinconcito de tierra en nuestro antiguo cementerio, cerca de la tumba de «su querida niña», como llamaba siempre a mi madre, y allí reposarían sus restos.

Cuando lo pienso ahora me parece que no podía ser más dichoso de lo que lo era entonces acompañando a Peggotty y haciendo por ella lo poco que podía. Pero temo haber sentido una satisfacción todavía mayor (satisfacción personal y profesional) al examinar el testamento de Barkis y al apreciar su contenido.

Reclamo el honor de haber sugerido la idea de que el testamento estaría en el cofre. Después de algunas pesquisas, apareció en el fondo de una bolsa, en compañia de un poco de paja, de un antiguo reloj de oro con cadena y dijes, que Barkis había llevado el día de su boda y que nunca se le había visto ni antes ni después; de una pipa de plata que parecía una pierna; de una caja que parecía un limón, llena de tacitas y platitos que Barkis supongo habría comprado cuando yo era niño para regalármelo y que después no había tenido el valor suficiente para desprenderse de ello; y, por último, encontramos ochenta y siete monedas de oro, en guineas y medias guineas; doscientas diez libras en billetes de banco muy nuevos, algunas acciones del Banco de Inglaterra y una herradura vieja, un chelín falso, un trozo de alcanfor y una concha de ostra. Como el último objeto era evidente que había sido frotado y mostraba los colores del prisma, estoy muy inclinado a creer que Barkis tenía una idea general sobre las perlas que nunca había llegado a resolver ni a definirse.

Durante años y años Barkis había llevado siempre consigo el cofre en todos sus viajes, y para despistar mejor a quien pudiera espiarle había pensado en escribir con mucho cuidado sobre la tapa, en caracteres que se habían ido borrando con el tiempo, la dirección de «Míster Blackboy: que lo conserve Barkis hasta que sea reclamado».

Pronto me di cuenta de que no había perdido el tiempo economizando durante tantos años. Su fortuna en dinero sumaba cerca de tres mil libras esterlinas. Legaba el usufructo de mil a míster Peggotty durante toda su vida; a su muerte, el capital debía ser repartido, a partes iguales, entre Peggotty, la pequeña Emily y yo, o aquel de nosotros que sobreviviera. Dejaba a Peggotty todo lo demás, nombrándola heredera universal y única ejecutora de sus últimas voluntades expresadas en el testamento.

Estaba yo orgulloso como un procurador cuando leí todo el testamento con la mayor ceremonia, explicando su contenido a todas las partes interesadas; empezaba a creer que el Tribunal tenía más importancia de la que yo había supuesto. Examiné el testamento con la mayor atención y declaré



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.