Cuando un hombre ama by Eleanor Rigby

Cuando un hombre ama by Eleanor Rigby

autor:Eleanor Rigby [Rigby, Eleanor]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Histórico
editor: ePubLibre
publicado: 2020-02-05T16:00:00+00:00


14

«Insinúo que no debería volcar sobre mí las frustraciones que arrastra desde la tierna infancia. Ofreciéndome la compasión que usted no recibió no va a hacer justicia ni tampoco se sentirá mejor».

Beth contuvo en un puño la tela de su chal de lana. Había visto a su padre hundir los nudillos en la pared en más de una ocasión a modo de desahogo, y debía decir que, aunque en esos tensos momentos la intimidaba con su violencia, ahora sentía la necesidad de hacer algo parecido. De alguna forma tenía que descargar el temblor que se había adueñado de sus manos, dejándola inhabilitada por el resto del día.

Había discutido más veces en esas últimas semanas que en toda su vida. Beth no poseía un espíritu sumiso, pero evitar enfrentamientos le parecía lo más práctico. Siempre que pudiera sortear una comezón como esa, lo haría; sería lo mejor para su salud mental, que llevaba en riesgo desde que había mirado a Calder Houston a la cara. Gracias al cielo, él en persona había aniquilado la estúpida fascinación que había estado alimentando desde entonces con una sencilla frase.

Beth se arrebujó más en el sillón Luis XVI del salón principal. Evitó deliberadamente la mirada interrogante que le dirigió el criado que la acompañaba, un buen hombre con un acento escocés imposible y la cara picada por la viruela.

No era normal en ella aislarse del mundo, sobre todo en momentos en los que el ánimo flaqueaba. Cuando estaba de un humor extraño, se esforzaba por relacionarse y darle especial énfasis a sus sonrisas de cortesía. Pero después de haber dado tantas vueltas a la hostilidad en las respuestas de Calder, necesitaba un descanso.

Al principio lo había detestado. Su indignación había alcanzado tal punto que lo vomitó sin pararse a pensarlo: le dijo que lo odiaba, y si bien se horrorizó por la falta de mesura que eso demostraba, una pequeña parte de ella se regocijó, sabiendo que era cierto. Odiaba muchas partes de él, y haberse dado cuenta la había ayudado a admitir para sí que ninguno de los dos mintió. Ni ella cuando lo acorraló con su arrebato pasional, confesando sus sentimientos, ni él cuando afirmó que buscaba en sus brazos un amor negado. Ahora, la imagen que tenía de su esposo estaba fragmentada.

Apenas se había detenido a pensar de dónde surgía esa maravillosa y casi idílica visión de su persona; por qué la deslumbró igual que si hubiera visto el mar por primera vez. Pero era evidente que Calder sí estuvo reflexionando al respecto y había llegado a una conclusión legítima que no podía obviar, aunque le aterrase que pudiera ser cierta.

«Las frustraciones que arrastra desde la tierna infancia».

«La compasión que usted no recibió».

—Vuelves a tener esa cara —comentó con suavidad Denna. Acababa de entrar en el salón envuelta en un chal semejante al suyo—. Como ya conozco la causa, o más bien quién es el culpable, he estado pensando en ponerle título a tu expresión. ¿Qué tal suena «Calbreada»?

Beth sonrió sin enseñar los dientes y le hizo un gesto para que la acompañara.



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