Con C de Cretino by Liah S. Queipo

Con C de Cretino by Liah S. Queipo

autor:Liah S. Queipo [Liah S. Queipo]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Erótica
publicado: 2017-04-24T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 16

La llamada.

El amor solo existe en la obsesión de obtenerlo.

Manuel Rivas

Un plan perfecto es el que tiene un buen ataque. Uno de esos que no esperas y, si cuentas con aliados, mucho mejor.

Sara ha quedado con sus amigas para tomar algo y se supone que tendrán una tarde estupenda de chicas a la que curiosamente, he sido invitado. Obviamente no ha sido Sara la que me ha enviado la invitación, pues moriría antes de hacer tal cosa, pero su amiga Esther es diferente.

El local en cuestión está bastante lleno y dudo que me resulte fácil dar con ellas, pero son listas y se han acomodado en uno de esos sofás de fácil acceso. Al parecer, el destino quiere tenderme una bonita alfombra roja.

―¿Está ocupado? ―pregunto consciente de que Sara no se había dado cuenta de mi presencia.

Mi chica de ojos almendrados suelta la cerveza como si esta hubiera empezado a arder de forma repentina y me mira con cara de pocos amigos. Ella es así, lo vive todo al máximo: odia a lo grande y ama a lo grande.

―Hola, James, ¿qué tal estás? ―pregunta Esther, claramente entusiasmada por mi presencia.

Qué fácil me ha resultado contactar con ella y qué fácil ha sido conseguir una invitación. ¿He mencionado ya que lo fácil me aborrece?

Recorro con la mirada a las tres mujeres aunque realmente solo quiero mirar a una, pero me gusta hacerme el interesante.

―De maravilla ―contesto sonriente―, solo hay que ver la compañía. Estáis todas preciosas.

Las amigas de Sara suspiran, pero parece que ella ni siquiera respire. ¿Para qué? Está recopilando todo su odio hacia mi persona y casi puedo ver cómo lo acumula en la punta de la lengua.

―¿Qué haces aquí?

―Yo también me alegro de verte, cuñada ―contesto con indiferencia. Odio que sea tan borde conmigo, bueno, en realidad, lo único que provoca con ello es retarme todavía un poco más, pero un poco más de cariño por su parte no estaría nada mal, un poco de ese con el que después acabe abriéndose de piernas.

Sara se comporta como una niña pequeña y cruza los brazos en modo «estoy enfada y lo sabes», al tiempo que refunfuña palabras que no logro escuchar.

Finjo que no me afecta su actitud.

―Huy, que tensión, ¿no? Cuéntanos, James, ¿cómo te va la vida?

La que habla es la otra amiga de Sara, la conozco aunque ahora mismo no logro recordar su nombre. En realidad no me apetece hablar con ella, pero tengo que ganar tiempo.

Me siento en el sofá, me coloco entre sus dos amigas y dejo que mis brazos las rodeen hasta notar cómo la temperatura se caldea. No pienso acostarme con ellas, pero me alegra ver cómo cambia la expresión de Sara. ¿Estará celosa?

Su otra amiga ―acabo de descubrir que se llama Raquel―, ha bebido demasiado y al parecer, eso ha eliminado la poca vergüenza que pudiera tener.

Me acaricia y yo hago lo mismo. No lo hacemos de forma ardiente, pero es más que suficiente para que Sara reaccione. Le pide a su amiga que pare, pero esta no parece tener la menor intención de hacerle caso.



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