Caminos Cruzados by Ally Condie

Caminos Cruzados by Ally Condie

autor:Ally Condie [Condie, Ally]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Juvenil, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2011-11-01T04:00:00+00:00


Capítulo 18

Cassia

—No tienes buen aspecto —dice Indie—. ¿Quieres que vayamos más despacio?

—No —respondo—. No podemos. —Si me paro, seré incapaz de reanudar la marcha.

—Nadie sale beneficiado si te mueres por el camino —afirma Indie, enfadada.

Me río.

—No me voy a morir. —Aunque estoy agotada, hambrienta, sedienta y dolorida, la idea de morirme se me antoja absurda. No puedo hacerlo ahora que quizá me esté acercando a Ky con cada paso que doy. Y, además, tengo las pastillas azules. Sonrío al imaginar qué puede poner en los otros papelitos.

Busco sin cesar más rastros de Ky. Aunque no voy a morirme, quizá esté más enferma de lo que creía, porque veo señales de él en todo. Me parece leer un mensaje suyo en el suelo del cañón, donde llovió y las grietas que se formaron en el barro cuando este se endureció podrían interpretarse como letras. Me agacho a mirarlo.

—¿Qué te parece? —pregunto a Indie.

—Barro —responde.

—No —digo—. Fíjate mejor.

—Piel, o escamas —dice y, por un instante, su idea me fascina tanto que no reanudo la marcha.

Piel, o escamas. Es posible que todo este cañón sea una serpiente larga y sinuosa por cuyo lomo caminamos y que, cuando alcancemos el final, podamos bajarnos de su cola. O puede que lleguemos a la boca y nos engulla enteras.

Por fin veo una verdadera señal cuando el cielo azul se tiñe de rosa y el aire comienza a cambiar.

Es mi nombre, «Cassia», grabado en un joven álamo de Virginia que crece al borde de un estrecho río.

El árbol no vivirá mucho; sus raíces ya se han vuelto demasiado superficiales por tratar de absorber el agua. Él ha grabado mi nombre en la corteza con tanto cuidado que casi parece parte del árbol.

—¿Ves esto? —pregunto a Indie.

Al cabo de un momento, ella dice:

—Sí.

Lo sabía.

Cerca del río veo un pueblecito, un pequeño manzanar en cuyos árboles de troncos retorcidos aún quedan algunas manzanas doradas. Al verlas al alcance de la mano, me entran ganas de llevar unas cuantas a Ky como prueba de que he seguido cada uno de sus pasos. Tendré que encontrar otro regalo para él aparte del poema: no voy a tener tiempo de terminarlo, de pensar en las palabras adecuadas.

Miro el suelo que rodea el álamo de Virginia y descubro pisadas que se adentran en el cañón. Al principio, no he reparado en ellas; están mezcladas con las huellas de otros animales que han ido a beber al río. Pero, entre las marcas almohadilladas y provistas de garras, hay claras pisadas de botas.

Indie salta la cerca del manzanar.

—Vamos —digo—. No hay razón para parar aquí. Sabemos por dónde han ido. Tenemos agua, y las pastillas.

—Las pastillas no van a ayudarnos —arguye mientras arranca una manzana y la muerde—. Al menos, deberíamos llevarnos manzanas.

—Las pastillas sí ayudan —digo—. Me he tomado una.

Indie deja de masticar.

—¿Te has tomado una? ¿Por qué?

—Claro que me he tomado una —digo—. Te alimentan igual que la comida.

Indie corre a mi lado y me da una manzana.

—Cómetela. Ya. —Sacude la cabeza—. ¿Cuándo te la has tomado?

—En el otro cañón —respondo, sorprendida de su cara de preocupación.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.