Calles de Edimburgo by Samantha Young

Calles de Edimburgo by Samantha Young

autor:Samantha Young [Young, Samantha]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2013-06-18T04:00:00+00:00


Capítulo seis

—Es como en un accidente de coche —susurró Adam, pasándose la mano por la cara y devolviéndome el diario—. Es doloroso leerlo desde tu perspectiva, pero no puedo dejar de mirar. —Señaló otro diario—. Quiero saber más.

No me gustaba la tensión grabada en sus gestos, de manera que negué con la cabeza.

—Adam, todo esto pertenece a nuestro pasado. No quería que fuera doloroso. Solo pensé… bueno, ahora que estoy contigo puedo mirar atrás, a las piezas de nuestra historia, sin que me duela. Y ya me conoces —me encogí de hombros—, la angustia de todo esto me resulta romántica. —Entonces fruncí el ceño—. Pero es obvio que tú no te lo estás tomando de ese modo, así que será mejor que haga desaparecer todo esto.

Apoyó su gran mano en la mía cuando iba a colocarla sobre los diarios. Le miré y me dijo que no con una pequeña sonrisa.

—Es doloroso leer que mi estupidez te hizo daño en aquellos días, pero me gusta estar dentro de tu cabeza. Me gusta saber que mientras luchaba contra el hecho de que me había enamorado de la hermana de mi mejor amigo ella también me amaba, y más de lo que tenía cualquier esperanza de merecer.

Le sonreí.

—Primero, te lo mereces. Y segundo —señalé los diarios, nuestra historia—, esto es totalmente romántico, ¿está claro?

Adam rio, agitando la cabeza ante mi determinación de convertirnos en una novela romántica.

—Lo es. Pero no le digas a nadie que lo he reconocido. Arruinarías mi reputación.

Empujé los diarios buscando el que más familiar me resultaba, el de la tapa de cuero roja, el último.

—Cariño, la arruinaste tú solo el día que le dijiste a Braden Carmichael que estabas enamorado de mí.

—Y el pequeño cabronazo lo había sabido todo el tiempo —murmuró Adam descontento—. Un par de meses en los que me provocaste más dolor que una coz en el culo.

—Quieres decir —encontré el diario y comencé a pasar páginas— el par de meses en los que tú fuiste peor que una patada en mi culo.

—Una bonita forma de decirlo. Pero no olvidemos que no fui el único que daba patadas.

—Todo lo que hice fue volver a salir con tíos. Y me costó diez meses después de muestra escenita en tu sofá. Perdías los nervios con facilidad. —Le pasé el diario y lo cogió de un tirón, malcarado.

—Estaba reclamando lo que era mío.

—No, en realidad lo que hacías era mear a mi alrededor sin reclamar lo que era tuyo.

Soltó una risita y bajó la cabeza a las páginas sin rechistar, sabiendo que yo tenía la maldita razón.



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