Britania by Simon Scarrow

Britania by Simon Scarrow

autor:Simon Scarrow [Scarrow, Simon]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras
editor: ePubLibre
publicado: 2016-01-01T05:00:00+00:00


CAPÍTULO XIX

—¿Dónde está el resto de la maldita flota? —bufó Quintato a Cato mientras examinaba la bahía que se extendía bajo el cabo. En las aguas grises y revueltas, un trirreme y cuatro birremes más esbeltos y pequeños se encontraban anclados junto a la estrecha franja de arena que recorría la costa. La playa era demasiado pequeña y las olas demasiado poco hondas para mantener a salvo a los barcos, de modo que se movían, con los mástiles balanceándose, a unos cincuenta pasos de la costa. En el cabo que estaba enfrente se construía un pequeño fuerte; los marineros que trabajaban en él se hallaban protegidos por piquetes de los Cuervos Sangrientos. No había señal alguna del resto de los buques de guerra que esperaban encontrar, ni tampoco los transportes de fondo plano que se necesitaban para llevar a las tropas a través del canal que separaba el continente de la isla de Mona.

Detrás del legado sus oficiales del estado mayor y el contingente montado de su guardia personal permanecían en formación. La partida se había adelantado a la columna principal como respuesta al informe de Cato de haber localizado a los primeros elementos de la flota. A unos ocho kilómetros a retaguardia, el ejército avanzaba aún penosamente a lo largo del camino costero; llegaría a la bahía a su debido tiempo, para construir un campamento de marcha antes de que cayera la noche. El avance se había hecho más lento después de llegar a la capital deceangla; habían seguido adelante dejando una ruina humeante a su paso. El enemigo había hostigado a la columna todo el rato, con ataques rápidos cuando veían que empezaban a desplegarse y poniéndose a cubierto cuando los romanos formaban para repelerlos. Les habían llegado noticias de que también los convoyes de suministros que venían más atrás estaban siendo atacados. Quintato se había visto obligado a mantener a su ejército en estrecha formación, aminorando su marcha, para lo que tuvo que destacar a una de sus cohortes de caballería, que patrullaba las líneas de comunicación e intentaba desviar los ataques de los convoyes.

Todo lo cual concernía gravemente a Cato. El plan original del legado para la campaña era un ataque rápido en el corazón de las montañas con el que destruirían a los deceanglos antes de asolar la fortaleza druídica de Mona, para entonces volver a la base, donde debían estar antes de que llegase el invierno. Pero la estación se encontraba ya bien avanzada y, aunque hacía cinco días que no llovía, las temperaturas habían caído por debajo de las heladas por la noche, de modo que el agua se congelaba en las cantimploras y los hombres tenían que rascar al hielo de las tiendas de piel de cabra antes de colocarlas. La ventaja que podían haber conseguido mediante un paso más fácil por el terreno duro la habían perdido por la necesidad de aminorar el avance a causa de los ataques y acosos del enemigo. Esa mañana había caído ya la primera nieve,



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