Bodas a medianoche by Kathleen E. Woodiwiss

Bodas a medianoche by Kathleen E. Woodiwiss

autor:Kathleen E. Woodiwiss
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
publicado: 1999-09-05T22:00:00+00:00


Capítulo 6

Al principio Victoria estaba destrozada… y se preguntaba si era ella quien evitaba a Miles los días que siguieron al incidente, o era él quien la evitaba a ella. Fue más tarde cuando reaccionó con la cabeza y no con el corazón y comprendió…

Su beso no había mentido. Había sentido algo por ella. No se había imaginado el fuego de su beso, el deseo en sus brazos.

Algo le había hecho retroceder. Era la única respuesta. ¿Qué pudo haber sido? ¿Qué? ¿Otra mujer? No lo creía. No podía creerlo.

Su marido era un hombre tranquilo, hogareño, un hombre que no revelaría a cualquiera su verdadera personalidad y llegó a la conclusión de que no podía confiar en éI a la ligera. Sin embargo, nunca hubiera dicho que fuera un hombre que escondiera un secreto. Entonces, ¿por qué no le había hablado antes de su casa en Lancashire?

Era extraño, ¿o no? Quizá fue sólo porque habían dejado de lado la frontera que los separaba. Pero ahora las fronteras habían vuelto, más sólidas que nunca. Tomó la determinación de no consumirse en casa y cuando una mañana llegó la invitación al baile de Iord y lady Devon, decidió asistir.

La cena de aquella noche fue lúgubre. Sin embargo, Victoria se dio cuenta de que Miles la observaba en silencio, con una mirada seria y enigmática. De vez en cuando captaba en su rostro el brillo de una emoción desconocida… La miraba con unos ojos que parecían quemarle el alma.

Victoria sintió que aumentaba su esperanza. Cuando el mayordomo retiró el asado que apenas había tocado, en su semblante apareció una alegre sonrisa.

-Hemos recibido una invitación de lord y lady Devon. Dan un baile el jueves de la semana que viene. Me gustaría mucho asistir.

-Entonces ve -replicó él.

Victoria sintió una punzada en su interior. ¿Dónde estaba el hombre que la había tomado entre sus brazos, cuya boca la había besado con una pasión desbordante, con un deseo feroz y sin control? Todo en ella protestaba por aquella injusticia y odiaba a ese desconocido frío e indiferente en que se había transformado.

Desapareció la sonrisa y entrelazó los dedos fríos como el hielo sobre el regazo, porque no estaba dispuesta a dejar el asunto como estaba.

-Miles -dijo con suavidad-, ¿vendrás conmigo?

-Creo que no, Victoria. A ti te gustan esas cosas, a mí no.

Acabaron de cenar en medio de un silencio tirante. Victoria se excusó diciendo que estaba muy cansada y se refugió en el santuario de su habitación tragándose las lágrimas.

No durmió. Llena de angustia, recorrió la habitación una y otra vez. Una cosa estaba clara… La situación no podía continuar así. No podían, seguir así.

Al parecer, debía tomar una decisión.

Miles había subido hacía un rato y lo oía moverse en la habitación de al lado. Rápidamente, antes de perder los nervios, Victoria llamó a su puerta.

Miles la abrió y al verla arqueó una ceja.

-¿Qué sucede, Victoria? -preguntó con un tono desagradable e impaciente.

Victoria clavó su mirada en aquel rostro de expresión lejana y poco invitadora.

-¿Puedo entrar? -aventuró.

Miles



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