Besos robados by Noelia Amarillo

Besos robados by Noelia Amarillo

autor:Noelia Amarillo [Amarillo, Noelia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2018-09-30T16:00:00+00:00


* * *

Raúl se despertó sobresaltado cuando unos fuertes golpes rompieron el silencio en el que estaba sumido. Se incorporó alterado al mismo tiempo que lo hacía la mujer que dormía a su lado.

—Voy a ver quién es —susurró levantándose de la cama.

Palpó la pared hasta dar con el interruptor de la luz y, una vez encendida, agarró los pantalones y en ese preciso momento los golpes se hicieron más bruscos y urgentes, como si quien llamara estuviera decidido a tirar la puerta a puñetazos.

—¡Abre de una puta vez, joder! ¡No se te ocurra volver a hacérmelo de nuevo!

Raúl oyó con cristalina claridad la desesperación en la voz aterrada del director de fotografía y, olvidando los pantalones, echó a correr hacia la entrada.

—¡Ya voy! —gritó para hacerse oír por encima del escándalo mientras daba la luz y giraba la llave en la cerradura.

En el momento en que dio la última vuelta, la puerta se abrió con brusquedad chocando contra la pared y Jota entró en la autocaravana con los ojos desorbitados y la frente cubierta de sudor.

—¿Estás bien? —jadeó envolviéndole la cara con ambas manos y observando con atención sus pupilas.

—Sí, claro. ¿Qué ha pasado para que te comportes como un loco? —inquirió Raúl enfadado, zafándose de él.

Jota recorrió con la mirada a su amigo y un segundo después se lanzó sobre él propinándole un fuerte empujón que lo tiró contra la mesa.

—¡Eres un hijo de puta malnacido! —le gritó tirando de un golpe el bolso que había sobre la encimera—. ¡¿Sabes el susto que me has dado?! ¡¿Puedes hacerte una jodida idea de lo que se me ha pasado por la cabeza?! Puto cabrón egoísta —escupió empujándolo de nuevo cuando el director hizo intención de ponerse en pie.

—No tengo ni idea de lo que me estás hablando —murmuró Raúl con voz tranquila levantando una mano—. Cierra la puerta, por favor, no me apetece ver una foto de mis pelotas la próxima vez que ponga la tele —intentó bromear sin conseguirlo.

—¿No sabes de lo que te hablo? —jadeó Jota cerrando con un tremendo portazo—. Hablo de tu puto egoísmo. ¡¿Dónde está tu móvil?! ¡¿Dónde el walkie?! —Miró a su alrededor localizando ambos aparatos en la encimera. Los cogió desdeñoso—. ¿Cómo no?, uno sin batería y el otro apagado —gruñó tirándoselos al pecho—. ¡¿Tanto te cuesta tenerlos operativos?!

—No me gusta estar localizado, ya lo sabes —comentó encogiéndose de hombros—. ¿Me vas a decir qué ha pasado?

—No tienes ni idea, ¿verdad?

—Pues no, así que, por favor, ilústrame.

—Son las seis y diez de la mañana —dijo Jota por toda respuesta.

Raúl lo miró desconcertado.

—¿Tan tarde?

—Mira el reloj si no me crees —le espetó su amigo.

Raúl bajó la mirada azorado a la vez que apretaba los labios en una mueca de desdén hacia sí mismo.

—Lo siento, parece que me he dormido —musitó turbado.

—¡¿Que te has dormido?! ¿Esa es tu puta excusa? Llevas cinco años levantándote antes de que el gallo tenga tiempo de abrir los jodidos ojos, ¿y me sueltas que te has dormido?

—Es la verdad —replicó Raúl enseñándole las palmas de las manos en un gesto de rendición.



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