¿Tú lo harías? by Megan Maxwell

¿Tú lo harías? by Megan Maxwell

autor:Megan Maxwell [Maxwell, Megan]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-11-29T00:00:00+00:00


Capítulo 30

Llegar a Valencia a la casa de la hermana de África supuso el inicio de sus vacaciones.

Todavía comentaban lo sucedido el día anterior, y más cuando Víctor llamó varias veces por teléfono a Belinda y esta no se lo cogió. Ese capítulo estaba definitivamente cerrado.

Asia le había dejado la llave de su casa a su vecina Nerea. África pasó a recogerla y dijo dirigiéndose a sus amigas:

—Vamos. Es el cuarto derecha.

Una vez que subieron en el ascensor con sus maletas y Jamón y Queso, las tres chicas iban hablando, y cuando abrieron la puerta para entrar en el piso y Harper, la perrita de Asia, salió a saludarlas, se quedó parada al ver a los perros de Belinda.

¿Quiénes eran aquellos?

Rápidamente Belinda, al ver que los tres animales eran curiosos, hizo las presentaciones. Los perros se olisquearon y, juntos, corrieron hacia el interior de la casa.

—Prueba superada. Ya se quieren —murmuró la joven.

Riendo por aquello, las tres entraron en el salón, donde Harper jugaba a revolcarse con Jamón y Queso. África abrió entonces las cortinas del ventanal.

—Mi hermana se compró esta casa por esto —dijo mostrándoles las vistas.

Boquiabiertas, Gema y Belinda miraron el paisaje. Tener una terraza bonita, cuadrada, con vistas directas a la playa era un lujazo. Y cuando abrieron la puerta y salieron afuera, donde la brisa del mar les dio en el rostro, Belinda susurró:

—Que me toque la lotería para comprarme un piso frente al mar.

—Pero ¿no querías un ático en Madrid? —se mofó África.

Belinda asintió y, sentándose en un bonito sillón de mimbre, repuso:

—Lo quiero todo. ¡Soy una egoísta! Así que déjame soñar.

Las tres reían por aquello cuando Gema, que era como la madre del grupo, preguntó:

—¿Cómo vamos a dormir? Y digo yo que habrá que bajar al supermercado para tener algo en la nevera, ¿no?

Sus amigas asintieron, y acto seguido África indicó:

—Si no os importa, yo dormiré en la habitación de mi hermana. Creo que sería lo que a ella le gustaría…, y vosotras dos como queráis. Hay cuatro habitaciones. Respetemos la de mi sobrino Samuel y, del resto, utilizad la que más os guste.

Belinda se dirigió a ver las habitaciones seguida por los perros, y de inmediato comprobó que todas tenían vistas al mar.

—Me da igual —dijo al cabo—. Todas son estupendas.

Gema, que entró en otra, dejó su maleta allí e indicó:

—Pues yo me pido esta, —Y, tras desbloquear su teléfono móvil, añadió—: Voy a llamar a mis padres y a mis hijos para que sepan que ya he llegado.

Mientras lo hacía, Belinda se la quedó mirando apoyada en la puerta. A excepción de con Víctor, ella nunca había tenido que hacer ese tipo de llamadas, y cuando África la miró, preguntó:

—¿En qué piensas?

—En lo bonito que es saber que alguien espera tu llamada —declaró Belinda.

África asintió conmovida. Deseaba saber más cosas de Belinda, pues, a pesar de ser una persona extrovertida, en lo que a su familia se refería era muy reservada. No obstante, dándole tiempo, la abrazó y dijo:

—Gema y yo esperaremos siempre tu llamada.



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