Asesinato en la Biblioteca Nacional by Luisa Villar

Asesinato en la Biblioteca Nacional by Luisa Villar

autor:Luisa Villar [Villar, Luisa]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 2000-03-15T00:00:00+00:00


* * *

La voz de Castilla se oía en el despacho en penumbra, acompasada por el ruido del paso de las diapositivas:

—Buck. Sesenta años. Escritor de prestigio muy popular en su país. En cuanto a su labor como crítico, un gran detractor. Con sus mordaces artículos, ha ejercido su influencia sin piedad a lo largo de los años, encumbrando nombres y haciendo descender al infierno de la desesperación y el olvido a más de uno; lo que le ha proporcionado no pocos enemigos.

Blanco manipuló el proyector y las diapositivas saltaron una tras otra, con imágenes de las despampanantes señoritas con las que se dejaba ver el escritor. Fijó en pantalla la de una joven escultural de melena rubia y lanzó un silbido:

—¡Ahí va la novia! ¡No está mal, eh, jefe! ¡Pero que nada mal! Veo la cosa clara, se trata de un crimen pasional. Este tipo es un auténtico donjuán.

El comisario esbozó una sonrisa nostálgica en medio de la oscuridad. Dijo:

—Si con sus artículos ha hundido a tantos escritores, alguno de ellos tal vez planeara vengarse de él.

¿Qué otra posibilidad quedaba?

La víctima no tenía problemas de dinero, ni vicios, ni familia a quien interesara su herencia. Era un donjuán y una pluma demoledora. Por un lado o por otro se había creado innumerables enemigos.

En pantalla la imagen de Collins. Castilla recitó:

—Collins hace tiempo mantuvo una disputa con Buck. O, mejor dicho, Buck hace tiempo mantuvo con él una disputa.

—Así que Collins es una de sus víctimas —se aventuró a expresar el comisario.

—Así es —afirmó Castilla—. Buck daba una rueda de prensa para hacer público el ganador de un prestigioso premio literario, cuando Collins, con un periódico bajo el brazo, entra en el lugar donde se hallaba, se detiene frente a él y…

—¿Y…?

—Le cruza la cara con el periódico doblado, lo tira sobre la mesa y, acto seguido, le da un fuerte puñetazo.

—Collins parece un tipo tranquilo —comentó el comisario—, ¿qué le hizo actuar así?

—Un artículo de Buck acusando de plagio su último libro: Veneno para ti. El artículo lo tildaba de fraude y tuvo tal repercusión que destrozó la vida profesional de Alexander Collins. Las editoriales lo abandonaron y emigró a la India. Más tarde fijó su residencia en Zurich. Allí volvió a ser un escritor respetado.

—Un buen móvil —intervino Blanco—. Se ven en Madrid y Collins lo asesina. O, al menos, lo intenta. Lástima que disponga de coartada.

—Creí que usted se inclinaba por el crimen pasional —murmuró el comisario con socarronería. Y añadió—: Sí dispone de coartada, dispondrá también de ella la señorita Susú.

—Sí, señor. A los dos se les vio paseando por la plaza Mayor y sentados en una terraza tomando una ración de chopitos. El camarero asegura que se marcharon a las siete y cuarto. Un taxi los llevó a la Biblioteca Nacional.

El comisario se quedó pensativo. Collins tenía coartada, pero también un móvil, lo cual lo convertía en su primer sospechoso.

—¿Qué hay de la señora Feety? —preguntó al hilo de sus pensamientos.

En pantalla apareció su imagen.

—Escritora de éxito.



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