Aru Shah y el fin del tiempo by Roshani Chokshi

Aru Shah y el fin del tiempo by Roshani Chokshi

autor:Roshani Chokshi [Chokshi, Roshani]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Fantástico, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2017-12-31T16:00:00+00:00


VEINTE

Pues lo ha hecho, sí

Si antes Aru había sentido una indiferencia educada por la ciencia, ahora ya la odiaba directamente. Observó cómo la piedra se alejaba de la mano de Mini. Qué lanzamiento más valiente. Qué arco tan bonito. Muy dramático todo.

Pero el guijarro se quedó corto y no llegó hasta el caldero por un pelo. Aru soltó un suspiro de alivio. Estaban a salvo.

Y entonces, la piedrecita infernal hizo lo que las piedrecitas no pueden evitar hacer.

Rodar.

Y golpeó el caldero.

—A lo mejor no ha sido lo bastante… —Aru calló cuando la cazuela comenzó a agitarse con más violencia. La superficie de vapor empezó a arremolinarse—. No. Lo retiro. Vamos a morir.

—No vamos a morir —dijo Mini—. Solo quería remover el líquido un poquito. Ahora tenemos que darle al fuego.

—¿No te basta con esparcir veneno? —le preguntó Aru—. ¿Quieres sumarle fuego?

—Esta sala está diseñada de tal manera que el calor del fuego de arriba ha convertido en gas una parte del líquido venenoso —razonó Mini—. Si le vertemos todo el fuego, el veneno se evaporará por completo y ¡solo quedará la tercera llave!

La coraza de vapor del caldero empezó a agrietarse. El techo de la cueva temblaba y de arriba caían pedruscos negros. El candelabro de fuego se movía de un lado a otro.

—Coge todas las piedras que veas y lánzaselas al fuego —dijo Mini.

—¿Y si por error golpeamos el caldero? No…

—¡Has dicho que creías en mí! —gritó Mini—. Pues ¡cree!

—Vale —dijo Aru con la mandíbula apretada.

Recogió piedras del suelo y, junto con Mini, se puso a tirárselas al candelabro. Un crujido resonó por toda la cueva. Aru miró hacia arriba… ¡Antes llevaba razón! El fuego sí que estaba revestido de algo. Y ahora empezaba a romperse la capa que las protegía de las llamas.

El fuego se desparramó formando cintas largas y llameantes. En los próximos segundos, llegaría al vapor y al líquido venenoso del caldero.

—¡Corre! —chilló Mini—. ¡A la entrada!

Aru salió disparada cuando en el aire se formaron columnas azules de veneno. Le vinieron arcadas. El olor era nauseabundo. En cuanto iba a cruzar el umbral de la entrada, oyó una explosión más atrás. El caldero había estallado. De reojo, Aru vio que se levantaba una ola gigante de líquido venenoso.

Un estallido de calor y luz lanzó a Aru y a Mini de espaldas. Aru parpadeó y, al mirar hacia delante, vio una pared de llamas que se cernía sobre ellas y bloqueaba la entrada de la cueva. La ola golpeó el umbral de la entrada… y se detuvo. Aru oyó un ruido crepitante y chisporroteante. Pero ¡el veneno había desaparecido! Las llamaradas mágicas habían formado una especie de valla que había evaporado todo el líquido.

Mini dio un paso al lado, sin aliento pero con la cara resplandeciente.

—¿Lo ves? Con el calor y el tiempo adecuados, un líquido se convierte en gas.

—Ha sido increíble —dijo Aru—. ¿Cómo se te ha ocurrido?

Mini sonrió de oreja a oreja.

En aquel momento, Aru se acordó de lo que les había dicho Hanuman antes de que se fueran de la Corte Celestial.



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