Amante Oscuro by J. R. Ward

Amante Oscuro by J. R. Ward

autor:J. R. Ward
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Fantástica, Romántica
publicado: 2005-05-20T04:00:00+00:00


Capítulo 25

Beth observó con estupor cómo Wrath se alejaba con una indiferencia absoluta. Le dio la sensación de que le importaba un rábano si ella cenaba con él o no.

Si no estuviese reflexionando todavía sobre la conveniencia de aquella cita, se habría sentido totalmente insultada. Él la había invitado a cenar. ¿Entonces por qué se había mostrado tan contrariado cuándo ella había aparecido? Estuvo tentada de volver sobre sus pasos y salir a todo correr de aquella casa.

Pero lo siguió hasta el comedor porque le pareció que no tenía elección. Había tantas cosas que quería saber, cosas que sólo él podría explicarle. Aunque si tuviera otra forma de obtener la información que necesitaba preguntando a cualquier otra persona, no estaría allí.

A medida que avanzaba delante de ella, se concentró en su nuca, intentando ignorar su enérgica zancada. Pero no pudo sustraerse a sus poderosos movimientos. Él caminaba con una desenvoltura que hacía que sus hombros se agitaran a cada paso bajo su elegante chaqueta. Mientras sus brazos se balanceaban, ella sabía que sus muslos se contraían y relajaban. Lo imaginó desnudo, con los músculos endureciéndose bajo su piel.

La voz de Butch resonó en su cabeza: «Un hombre como ése lleva el asesinato en la sangre. Forma parte de su naturaleza».

Sin embargo, la noche anterior Wrath le había pedido que se marchara cuando consideró que era un peligro para ella.

Se dijo a sí misma que tenía que olvidarse de tratar de conciliar todas aquellas contradicciones. Todas sus cavilaciones eran tan inútiles como intentar adivinar el futuro en las hojas de té. Necesitaba seguir su instinto, y éste le decía que Wrath era la única ayuda que tenía.

Al entrar en el comedor, la hermosa mesa puesta para ellos fue una agradable sorpresa. Había un centro de narcisos y orquídeas, candelabros de marfil, y la porcelana y la plata relucían con todo su esplendor.

Wrath se dio la vuelta y retiró una silla, esperando que ella se sentara.

¡Dios, estaba fantástico con aquel traje! Por la abertura de la camisa asomaba su cuello, y la seda negra hacía que su piel pareciera bronceada. Era una pena que estuviera de tan mal humor. Su rostro parecía tan poco amistoso como su temperamento, y con el cabello peinado hacia atrás, su mandíbula resaltaba todavía más su agresividad.

Algo lo había puesto así. Algo muy grave.

Justo el hombre para la cita perfecta —pensó ella.—Un vampiro iracundo con modales de gañán.

Se acercó con cautela. Cuando deslizó el asiento para que ella se sentara, hubiera podido jurar que él se había inclinado e inhalado profundamente el perfume de su cabello.

—¿Por qué has tardado tanto? —preguntó él, sentándose a la cabecera de la mesa. Ante su silencio, él enarcó una ceja, que sobresalió de la montura de sus gafas de sol.

—¿Ha tardado Fritz en convencerte de que vinieras?

Para entretenerse en algo, ella cogió la servilleta y la desplegó en su regazo.

—No ha sido nada de eso.

—Entonces, ¿qué ha sucedido?

—Butch nos siguió. Tuvimos que esperar hasta que logramos despistarlo.

Ella se percató de que el aire alrededor de Wrath se oscurecía, como si su enfado absorbiera la luz directamente.



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