Aftershock by Sylvia Day

Aftershock by Sylvia Day

autor:Sylvia Day [Day, Sylvia]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Erótico, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2014-03-11T04:00:00+00:00


Capítulo

7

—Estás fantástica —dijo Lynn, mi mejor amiga, mirándome de arriba abajo—. No te había visto tan guapa desde Las Vegas.

—Teniendo en cuenta que de eso hace un par de años, no me parece un cumplido muy halagüeño —era una broma y ella lo sabía, igual que yo sabía que últimamente estaba bastante guapa.

Llevaba tres semanas viviendo con Jax y había adelgazado unos dos kilos: la dieta de la luna de miel, sin luna de miel. Jax era insaciable y, debido a ello, yo comía mejor. Saber que alguien te veía desnuda todos los días era un gran incentivo para alimentarse bien.

Se rio y paseó la mirada por el Rossi.

—El restaurante también está genial.

Había mucho trabajo en los dos locales de mi familia, debido en parte a que en los medios se hablaba de Jax y de mí. Como me había esforzado por no saber nada de Jax durante el tiempo que habíamos pasado separados, no sabía lo mucho que aparecía su nombre en las noticias. Me había dicho que a los blogs de cotilleos y a la prensa del corazón iba a encantarles, pero había olvidado mencionar cómo lo adoraban a él. La gente quería verlo desempeñando un cargo público. Era joven, guapo, un Rutledge, y lo bastante implacable para ir siempre a por todas.

—Las vistas son tan deliciosas como siempre —añadió Lynn, mirando a mi hermano Vincent, que estaba ocupándose de la barra.

Él levantó la cabeza, la sorprendió mirándolo y le guiñó un ojo.

—Cálmate, corazón mío —masculló Lynn y, poniéndose un mechón suelto de su pelo rojo detrás de la oreja, le lanzó un beso.

Gruñí.

—Ya tiene el ego bastante subido.

—Más me gustaría subírselo a mí.

—Por favor, qué asco —puse los ojos en blanco. Había sugerido que quedáramos en el restaurante porque quería estar a gusto, sin tener que preocuparme de que alguien me hiciera una foto. Me había acostumbrado a ir siempre acompañada de un guardaespaldas, pero en el Rossi tenía además a mi familia para vigilar que nadie invadiera mi intimidad.

Me lanzó una mirada compasiva.

—¿De veras es tan duro?

—Bueno, no es terrible. No soy famosa, ni nada por el estilo. Pero siempre parece haber uno o dos fotógrafos merodeando a mi alrededor.

—Esas ratas, siempre al acecho.

Me encogí de hombros. Lo había asumido como parte de mi vida. Cada vez que me enfadaba, me recordaba a mí misma que Jax nos había roto el corazón a los dos para mantenerme alejada de los medios. Si algo había aprendido durante esas tres semanas, era lo feliz que podía hacerme estar con Jax. No recordaba haber sido nunca tan feliz.

—Es solo que tengo que tener cuidado, nada más.

Se giró en el taburete y me miró de frente mientras balanceaba las piernas con aire juguetón. Con su vestido largo de flores, su chaqueta vaquera, y sus montones de pulseras y collares que hacía ella misma (y vendía), rebosaba elegancia bohemia.

—¿Cómo es Jackson, por cierto? Un día normal, quiero decir. En las entrevistas parece tan… reconcentrado.

—Y lo es. Pero también puede ser juguetón. Y divertido.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.