Acerca del robo de historias by Gueorgui Gospodinov

autor:Gueorgui Gospodinov [Gospodinov, Gueorgui]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 2001-01-01T00:00:00+00:00

L. (UNA HISTORIA POLICIACA)

Tenía el dinero en el bolsillo, el tabaco, el mechero… Miró una vez más a su alrededor, luego se puso con cuidado el bombín, cogió la cartera, la abrió por tercera vez aquella mañana y por tercera vez se aseguró de que los seis folios impresos en apretados renglones estaban allí, se entretuvo unos segundos más en el pasillo, se asomó a la cocina, lanzó un «Adiós, Barbie», aunque allí a todas luces no había nadie, abrió la puerta y salió.

Había dos posibilidades.

La primera. No había nada de extraño en que una revista convocara un concurso de relatos cortos, que los relatos tuvieran que ser policiacos y tuvieran como tema un asesinato, y encima pasional. La revista explicaba: «El tema de crimen pasional fue sugerido por el concurso homónimo, celebrado recientemente en Estados Unidos a partir de una idea de Otto Penzler». Era lógico que, como colaborador habitual, participara en el concurso: gracias a esa revista, y a que los editores se deshacían en elogios hacia su persona, él ya se había hecho un nombre, aunque en un círculo reducido. De hecho, su no participación levantaría sospechas. Ese pensamiento lo mantuvo ocupado no menos de cien pasos. La lógica dictaba que fuera y entregara su relato. En aquel punto H. H. se detuvo, sacó un Gitanes —⁠normalmente le daba a los cigarrillos más baratos como Mélnik o Sredetz, pero ese día merecía una excepción⁠—, juntó las manos para protegerlo del viento y lo encendió. El humo áspero y acre puso fin a esa primera versión, la versión más rosa. Ralentizó el paso, en parte a causa del cigarrillo, y decidió meditar sobre la segunda posibilidad.

El concurso se había convocado tres semanas después de aquel caso. Los periódicos no soltaban ese asesinato, «el más truculento de los últimos veinte años», y llenaban páginas enteras con versiones que cambiaban cada día. Las tiradas se dispararon. Incluso hoy, casi dos meses después, el suceso seguía ocupando la primera plana. La gente estaba ávida de un verdadero thriller, de algo nunca visto. No es que faltaran los dos asesinatos semanales de rigor, pero eran triviales, asesinatos de empleados de casas de cambio, un tiro en la cabeza, un poco de sesos, la parte facial del cráneo volada, y poco más. Esto era diferente. Una chica de doce años, «tan hermosa como una Barbie», como escribió un diario de la capital, sumergida viva en una mezcla hirviendo de resina, cera, filamentos de wolframio y virutas de plomo y plata. «Como si la hubieran preparado para el Museo Madame Tussauds», según otro periódico. Un molde color argento hecho a la perfección. Un enorme globo atado a su brazo izquierdo, y una bolsa de palomitas metida entre el brazo derecho y el cuerpo. Pero lo más espeluznante del caso era que aquella «muñeca» había permanecido así durante seis días, del veintinueve de diciembre, que fue cuando repararon en ella por primera vez, hasta el cinco de enero, el primer día laborable tras la larga ristra

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