Yo...naci mañana by Curtis Garland

Yo...naci mañana by Curtis Garland

autor:Curtis Garland [Garland, Curtis]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ciencia Ficcion, Novela corta
editor: Editorial Bruguera, S.A.
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


* * *

Despertó violentamente. Con sobresalto,

Estaba bañado en sudor. Su piel broncínea brillaba como metal. Se incorporó, furioso consigo mismo y con sus pesadillas.

— ¡Otra vez el mismo sueño! — estalló, furioso —. Y esta vez, con un nuevo elemento en él... Es la primera vez... La primera vez que en mi sueño aparece otro hombre... Un hombre de otro tiempo, decía ser... Y se llamaba... Se llamaba...

Sacudió la rubia cabeza, con ira. Disgustado, se sumergió en un fresco, tonificante baño de agua balsámica, tibia.

Después se puso bajo la catarata de la ducha fría. Se sintió mucho mejor, al pasar por el secador de aire caliente su cuerpo relajado.

— Espero no tener nunca más ese horrible sueño — musitó, mientras salía a la terraza asomada a los jardines artificiales de la más bella y luminosa ciudad del mundo.

Era plena madrugada. Los astros, naturales o artificiales, flotaban, luminiscentes, en el hermoso azul oscuro del firmamento.

Hex paseó bajo los astros, fuera del cubículo de vidrio de su vivienda. Respirar el aire limpio de la noche apacible resultaba vivificador, sobre todo después de sentirse en medio de aquel ambiente alucinante de su pesadilla, respirando vapores, aire viciado, humo y polvo gris de negras cenizas.

Era tan diferente la realidad de su sueño...

Y, sin embargo, de repente tuvo un estremecimiento, cuando pensó lo que sería todo si resultase al revés. Si el sueño fuera éste, y la realidad lo otro. Sintió horror de pensarlo solamente. Era una idea ridícula.

¿Ridícula? A veces parecía flotar en un ámbito de irrealidad, fluctuando entre lo auténtico y lo imaginado, entre lo cierto y lo soñado. Y la impresión era tan difusa, tan inquietante e incierta, que temía que todo fuese diferente a cómo pensaba. Que se alterasen los elementos de sueño y realidad..., con toda su espantosa carga de consecuencias. No para él, sino para otros. Para todos los demás. Para un mundo feliz, muy lejano del que imaginara el sarcasmo cruel de un Huxley o de un Orwell, en el pasado literario.

A veces sentía miedo de que las cosas fueran al revés. Pero en seguida recordaba a Zinda, tan real, tan fragante, tan próxima... Y todo aquello que él podía palpar, sentir en torno suyo...

— Claro que también la ceniza rozaba mi piel, quemándola. Y mis pies desnudos hollaban fría y dura roca de basalto... —se tocó la epidermis, casi con la sensación de que el dolor era real, físico —. Y la impresión resultaba tan vivida...

Sacudió la cabeza. Deseaba desterrar semejantes ideas. Eran absurdas. Aquello de ahora era lo cierto, lo tangible. Era la propia vida, el mundo que le rodeaba. Lo demás, eran simples sombras, fantasmas de su cerebro. Y eso no debía suceder. No en él. Hex era hombre seguro de sí, de mente equilibrada, de total dominio de sus emociones. Una persona de fría y lúcida inteligencia, que no se dejaba llevar por sugestiones absurdas.

— Debo de razonar bien y no dejarme llevar por imaginaciones exageradas — se dijo —. Lo que es un sueño, nunca pasa a ser otra cosa.



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