Tampoco pido tanto (Volumen independiente) (Spanish Edition) by Megan Maxwell

Tampoco pido tanto (Volumen independiente) (Spanish Edition) by Megan Maxwell

autor:Megan Maxwell [Maxwell, Megan]
La lengua: spa
Format: epub
editor: Grupo Planeta
publicado: 2019-10-28T23:00:00+00:00


* * *

Tres horas después, cuando Carol dijo que tenía que marcharse, él se empeñó en acompañarla.

El bonito coche del boxeador fue sorteando el tráfico de la ciudad hasta que, al llegar al hotel, él aparcó y dijo:

—Vamos. Te acompañaré.

Encantada, y cogida de su brazo, Carol entró con Bastian en el hotel, sin ser consciente de que Daryl, que estaba charlando con su amigo Mark, los observaba desde la cafetería.

—Y entonces Vania y yo invitamos al tipo que a ella la atraía y lo pasamos muy bien...

Tras decir eso, Daryl dejó de mirar a Carol y comentó:

—Me alegra saberlo. Vania y tú hacéis una bonita pareja.

Mark bajó entonces la voz y cuchicheó:

—Vania y yo somos un buen equipo.

Ambos sonrieron y Mark preguntó mirándose el reloj:

—¿Te animas a ir a Budys?

Daryl lo pensó.

Budys era el típico local de intercambio de parejas que visitaba cuando volaba a Las Vegas, pero, mirando a Carol, respondió:

—No lo sé, amigo... No lo sé.

—Si vamos, sólo miraré. Nada más.

Daryl asintió.

Sabía que aquello era lo que le gustaba a su amigo; éste, curioso, siguió la dirección de su mirada y, al fijar la vista en la espalda de Carol, musitó:

—¿La conoces?

—Sí.

Mark sonrió y, tras pasear la mirada por aquélla, indicó:

—Verla jadear tiene que ser todo un espectáculo.

Al oír eso, lejos de molestarse, Daryl asintió.

A Mark no había nada que le gustara más que mirar cómo otros practicaban sexo, y, tras rascarse la cabeza, dijo:

—Paso de ir a Budys. Me voy a dormir.

Mark asintió y, levantándose, repuso:

—Pues no se hable más. Si tú no vas, yo tampoco iré.

Ambos se dieron la mano e, instantes después, Mark se marchó.

Sin moverse de su sitio, Daryl continuaba observando a aquellos dos. Los vio hablar, reír, abrazarse. No sabía quién era aquel tipo que la hacía sonreír de ese modo, pero, dispuesto a averiguarlo, se acercó a ellos y, enfadado, le soltó:

—Podrías haber avisado. Te he estado esperando para cenar.

Al oír eso, Bastian y Carol levantaron la mirada y ella se apresuró a responder:

—Ay, lo siento...

A continuación, se quedaron los tres en silencio, y Daryl y Bastian se retaron con la mirada. Cada uno miraba al otro como si de un contrincante se tratara, pero entonces el primero, para romper el incómodo momento, saludó tendiéndole la mano:

—Soy Daryl Simmons, ¿y tú eres...?

Bastian, al entender de pronto que aquél era el hombre del que Carol le había hablado, sonrió y, recordando lo que le había dicho de él, respondió en inglés:

—Bastian Dumont.

—¿El boxeador? —preguntó él curioso.

Bastian asintió divertido y añadió:

—Sí. Y el marido de Carol.



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