Yo también no es te quiero by Violeta Reed

Yo también no es te quiero by Violeta Reed

autor:Violeta Reed [Reed, Violeta]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Romántico
editor: ePubLibre
publicado: 2023-09-21T00:00:00+00:00


* * *

Al día siguiente amanecí motivado.

Estaba leyendo en la cocina cuando apareció Raquel. Llevaba el cabello suelto y tenía mejor cara.

—¿Te encuentras mejor?

—Sí, pero estoy muerta de hambre —⁠me informó desde el umbral.

La miré sorprendido.

—Lo sé. —Se anticipó a mi pregunta⁠—. Yo desayunando. Increíble. —⁠Atravesó la cocina y se acercó a la cafetera⁠—. Creo que voy a tener uno de esos días que da igual cuánto comas, que parece que tu estómago es un pozo sin fondo, ¿sabes?

—¿Quieres una tostada de mantequilla de cacahuete y plátano?

—Buena idea. —Se dio la vuelta y me apuntó con una cucharilla⁠—. Nunca he probado esa combinación.

Volvió a darme la espalda y se concentró en la cafetera. Llevaba puestos unos pantalones rosas y una camisa blanca que le quedaba holgada.

Me levanté y saqué la mantequilla de cacahuete del armario mientras ella metía una rebanada de pan en la tostadora.

—¿Te preparo el café? —me ofrecí.

—Gracias.

Unos minutos más tarde, ya estábamos sentados el uno frente al otro.

—Intenta no emocionarte demasiado… —⁠empecé⁠—. Pero he estado pensando y me gustaría que repasásemos toda la perspectiva femenina de la novela. Quiero que me ayudes a entender cómo funciona la mente de una mujer para escribir el libro lo mejor posible. Así que necesito que me expliques cómo vería una chica todas esas frases que me has marcado en rojo.

—¿Me lo estás diciendo en serio? —⁠Me miraba atónita.

Asentí.

—¡Ay, Dios mío! —exclamó abanicándose con la mano⁠—. ¡No sé si tengo más ganas de llorar o de saltar de la emoción!

—¡Alto ahí, señorita García! —⁠le pedí⁠—. Sé que te encantaría que viniese un tío a decirte que se va contigo al fin del mundo, que eres su vida y todo eso, pero yo no pienso escribir una moñada que me haga vomitar —⁠la avisé.

Ella solo asentía mientras masticaba.

—¿Por qué no paras de sonreír? —⁠pregunté⁠—. Da miedo.

Raquel parecía tan contenta como cuando vio a la pareja besarse en el aeropuerto.

—Estoy saboreando el momento —⁠me dijo mientras se metía el último trozo de tostada a la boca⁠—. Has venido a pedirme ayuda. Bueno, a que te enseñe cómo funciona la mente femenina. —⁠Se llevó una mano al pecho y soltó un suspiro risueño⁠—. Estoy tan orgullosa de tu evolución, William… —⁠confirmó con un asentimiento⁠—. Hace un mes estabas gritando en un programa como un cavernícola y mírate ahora…

—Joder —resoplé—. Sabía que te pondrías insoportable.

—Ven. —Me hizo un gesto con las manos para que me acercase a ella⁠—. ¡Vamos! —⁠Me apremió⁠—. Falta una cosa para que este momento sea perfecto.

Ella se reclinó sobre la mesa y yo la imité.

Arrugué el ceño cuando extendió las manos en mi dirección. Se me encogió el estómago cuando apoyó los dedos índices cerca de las comisuras de mi boca. Se quedó mirándome a los ojos unos segundos y luego estiró mis labios hacia arriba obligándome a forzar una sonrisa.

—¡Mira qué mono! —me dijo en el mismo tono odioso que usaba la gente para hablarles a los bebés y a las mascotas⁠—. ¡Sonríe, William! ¡Estás a punto de escribir un éxito!

Me eché hacia atrás contrariado, para separarme de su contacto.



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