Volumen VI (1901) by Sigmund Freud

Volumen VI (1901) by Sigmund Freud

autor:Sigmund Freud [Freud, Sigmund]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Ensayo, Psicología
editor: ePubLibre
publicado: 1961-01-01T00:00:00+00:00


Este loco obrar y mi indiferencia ante el daño se aclaran por la situación de ese momento.

Teníamos en la familia una enferma grave[331], de cuyo restablecimiento yo desesperaba ya entre mí. Aquella mañana me enteré de una gran mejoría; yo sé que me dije a mí mismo:

«Entonces vivirá». Y el ataque de furia destructiva sirvió para expresar un talante de agradecimiento al destino y me permitió consumar una «acción sacrificial», como si yo hubiera hecho la promesa de ofrendar tal o cual objeto si ella sanaba. Y que eligiera para esa ofrenda a la Venus de Médici no quería ser otra cosa que un homenaje galante a la que convalecía. Pero tampoco esta vez pude entender mi decisión súbita, mi acierto tan diestro, y que no hubiera alcanzado a ningún otro de los objetos que tan próximos estaban.

Otra rotura para la cual me valí también de la pluma que se me fue de la mano tuvo, igualmente, el significado de un sacrificio, pero en este caso propiciatorio para conjurar un mal. Cierta vez me había permitido hacer a un amigo fiel y meritorio cierto reproche que se apoyaba en la interpretación de unos signos de su inconciente, y en nada más. Lo tomó a mal y me escribió una carta donde me rogaba que no tratara psicoanalíticamente a mis amigos. No pude menos que darle la razón y le respondí apaciguándolo. Mientras escribía esta carta, tenía ante mí mi última adquisición, una figurilla egipcia magníficamente esmaltada. La rompí de la manera descrita, y enseguida supe que había organizado ese infortunio para conjurar uno mayor. Por suerte, ambas cosas —la amistad y la figurilla— pudieron pegarse de modo que no se notara la resquebrajadura.

Una tercera rotura se conectó con cosas menos serias; fue sólo una «ejecución» enmascarada, para usar la expresión de Vischer (en Auch Einer)[332], de un objeto que ya no gozaba de mí favor. Durante cierto lapso había usado un bastón con empuñadura de plata; cierta vez que sin culpa mía, la delgada lámina de plata se dañó, fue mal reparada. Poco después que me devolvieron el bastón, utilicé su puño para atrapar, por travesura, la pierna de uno de mis hijos. Desde luego que al hacerlo se partió, y yo me libré de él.

La impasibilidad que en todos estos casos uno muestra frente al daño producido tiene títulos suficientes para ser aducida como prueba de que en la ejecución existió un propósito inconciente.

A veces[333] cuando se exploran las razones de una de estas nimias operaciones fallidas, como lo es la rotura de un objeto, uno tropieza con nexos que, además de vincularse a la situación presente de un ser humano, se adentran profundamente en su prehistoria. Sirva de ejemplo el análisis que sigue, de L. Jekels[334]:

«Un médico posee un florero de terracota, no de alto precio, pero sí muy bonito. Le fue obsequiado en su momento, junto con muchos otros objetos, entre ellos algunos caros, por una paciente (casada). Cuando al fin se volvió en ella manifiesta la



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.