Vitale by Rose Gate

Vitale by Rose Gate

autor:Rose Gate [Gate, Rose]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Aventuras, Erótico
editor: ePubLibre
publicado: 2022-11-10T00:00:00+00:00


46

Marcha atrás

Julieta

Ni siquiera tuve tiempo para pensar, o tal vez lo tuve y lo ignoré porque sus labios estaban demasiado cerca, porque mis emociones bailoteaban a flor de piel, porque mi corazón se moría por ceder y mi boca también.

Sin excusas, sin ojos cubiertos. Esa vez Salvatore sabía a quién le consagraba su lengua.

Gemí, con su boca suspendida en la mía, con sus manos acunando mi cara y las mías hundiéndose en su pecho. Ardí, y abrí los ojos porque necesitaba verlo, porque necesitaba creer en su entrega, observar por mí misma que por fin se cumplió el deseo de cada cumpleaños.

Salvatore mantenía los suyos cerrados mientras yo me maravillaba. Había acomodado mi cabeza para que besarme fuera accesible, dulce y profundo. Por muchos besos que hubiera recibido, ninguno era comparable a los suyos.

Debió intuir que lo estaba mirando. Sus párpados se abrieron y aquellos iris que tanto me fascinaron de pequeña impactaron del mismo modo que el meteorito que amenazaba la Tierra.

Mis rodillas flaquearon. No caí, su cuerpo apresando el mío impedía que mis articulaciones cedieran.

Tomó mi labio inferior entre los dientes y tiró de él con suavidad.

Mi respiración jadeante golpeó su boca. No podía apartar la mirada de la sonrisa que se formuló en su rostro y empujó las comisuras de sus labios hacia arriba.

No había un ápice de humor en ella, solo lujuria aderezada con algo oscuro y carnal que me moría por probar.

—¿Te gusta cómo te beso? —¿De verdad era necesario que lo preguntara? Porque mis pezones acababan de poner las largas y él con gesto canalla se desplazaba hacia ellos. Los lamió por encima de la fina tela y los mordisqueó.

—Me gusta cómo me besas —sollocé ahogada por el movimiento de su lengua.

Necesité agarrarme a su pelo negro, para intentar controlar cada sensación que galopaba en mi cuerpo. Era imposible, había perdido las riendas desde el primer contacto.

Salvatore siempre me hizo perder de vista el mundo y ahora no iba a ser distinto.

Las manos masculinas agarraron la parte baja del top, para alzarla y liberar mis pechos. No le costó mucho gracias a la goma que se fruncía bajo ellos.

Gruñó en cuanto se dio cuenta de que no tenía otra barrera debajo.

Me admiró con apetito, amasó mis pechos y los lamió voluptuoso. La respiración se me entrecortaba en la garganta mientras él me succionaba, primero un pezón, después el otro.

—Preciosas y deliciosas —comentó separándose de ellas.

Tragué saliva con dificultad, un quejido de absoluto deleite rebotó en el cielo de mi boca cuando lo vi descender por mi abdomen, en un reguero de besos y lamidas.

—Llevo toda la jodida noche deseando hacer esto, no te haces una ligera idea de todo lo que provocas en mí, Juls. Te escandalizarías si pudieras leer mi mente cada vez que te veo.

Una de sus manos ascendió por el interior de mi muslo hasta la humedad que se fraguaba entre mis piernas.

Seguro que acabaría arrepintiéndome de eso, o tal vez no, como decía Irisha: «Si tienes que arrepentirte, que sea por haberlo vivido».



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