Visión del Futuro by Timothy Zahn

Visión del Futuro by Timothy Zahn

autor:Timothy Zahn
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Libros Star Wars
editor: Vision del Futuro


CAPÍTULO

23

La mano que tanteaba de Disra encontró el interruptor del comunicador.

—Tierce, venga aquí —se las arregló para decir, su voz sonaba rara a través del golpeteo de su corazón en sus oídos—. Ahora.

Cambió el comunicador a los guardias de afuera.

—¿Cuándo se fue Pellaeon? —demandó.

—Hace cinco o seis minutos, Su Excelencia —regresó la voz.

Lo que significaba que ya estaría fuera del palacio y dirigiéndose hacia el espaciopuerto, con las fuerzas de Seguridad Capital que podrían haberlo interceptado dispersas inútilmente alrededor de la ciudad en su caza por Solo y Calrissian. Disra apretó los dientes, una visión del gran proyecto que había trabajado tanto para crear, derrumbándose delante de sus ojos. Todo estaba en esas datacards: todo. Encriptadas, por supuesto; pero si Pellaeon podía desencriptarlas…

Y entonces otro pensamiento, aún más horrible le atravesó el corazón. El Coronel Vermel, escondido en una pequeña celda de detención silenciosa en la Estación Rimcee…

Le tomó casi un minuto establecer la comunicación de largo alcance a través de los varios retransmisores hasta el sistema Rimcee. Y cuando lo hizo…

Del otro lado del cuarto, la puerta secreta se abrió y Tierce entró a la oficina.

—Los tenemos —anunció con grave satisfacción—. Su nave está en la Bahía de Atraque 155…

—Pellaeon tiene las datacards —lo cortó viciosamente Disra.

—¿Qué? —demandó Tierce, acelerando el paso.

—Las datacards, necio —gruñó Disra—. La conspiración de Venganza, nuestro arreglo con los piratas de Zothip, los nombres y detalles del tejido industrial/financiero que he estado utilizando: todo.

Tierce siseó entre dientes, arrojando una mirada al cajón vacío.

—Increíble —dijo, casi como si hablara consigo mismo—. Realmente se abrió paso a sus archivos privados. Nunca lo hubiera pensado capaz de hacer eso. Debió haber sido idea de Dreyf.

—Podremos averiguar los detalles en el juicio —exclamó Disra—. Olvídese de, de quién fue la idea. ¿Qué vamos hacer?

—¿Qué tenemos que hacer? —dijo Tierce con un encogimiento de hombros—. ¿Están encriptadas, no? Para cuando Pellaeon las desencripte…

—Ya lo ha hecho —lo cortó Disra—. Por lo menos lo suficiente. Sabe que Vermel está en la Estación de Rimcee.

La cara de Tierce se endureció.

—¿Cómo lo sabe?

—Porque acabo de intentar contactarla —rechinó Disra—. Pellaeon ha hecho bloquear todas las transmisiones a todo el sistema.

Tierce arrojó una mirada oscura a la pantalla en blanco del comunicador.

—Un trabajo rápido —murmuró—. Muy bien, Almirante.

—Eso no importa —exclamó Disra, casi agitándose de miedo, rabia y frustración. ¿No entendía Tierce que todo el plan estaba a punto de derrumbarse encima de ellos?— Tenemos que detenerlo. Tenemos que sacar a Vermel antes de que Pellaeon llegue allí…

—No —dijo Tierce, su voz repentinamente decisiva—. Lo que tenemos que hacer es alcanzar a Solo y Calrissian antes de que lleguen a su nave y hacer que nuestro Gran Almirante haga una presentación para ellos.

—¿Está loco? —gruñó Disra—. ¡A Kessel con Solo… aquí estamos hablando de mi cuello!

—Tranquilícese, Disra —dijo Tierce, su voz fue como una palmada de agua fría en la cara del Moff—. Cualquier cosa que tenga Pellaeon no importa. ¿Entiende? No importa. Nosotros tenemos la máxima tarjeta de autorización: el Gran Almirante Thrawn.



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