Virus mortal by Robin Cook

autor:Robin Cook [Cook, Robin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 2021-08-17T00:00:00+00:00

21

1 de septiembre

Jeanne, Camila y Brian salieron de la habitación de Juliette y permanecieron dubitativos en el descansillo. Tanto Brian como Camila habían quedado impresionados por la creativa manera en que Jeanne había interactuado con la niña hasta conseguir que hablara. Se había dirigido primero a Bunny, como si fuera el peluche el que estuviera sufriendo, y le había contado que ella de niña había tenido una conejita muy parecida que era tan importante para ella que se la había traído a América. Después le había preguntado a Juliette si le dejaba un momento a Bunny y, para sorpresa de Brian y Camila, la niña le había prestado su conejito de peluche.

—Oh, pobre Bunny —dijo Jeanne, acariciándole la cabeza—. No me extraña que no se encuentre bien. Ha perdido uno de los ojos.

—Pero ve bien —dijo Juliette. A partir de este mínimo intercambio de palabras, Jeanne inició una conversación y sacó el tema de los síntomas de la niña. De forma bastante rápida, consiguió que Juliette admitiera que le dolía la garganta, tenía dolor de cabeza y malestar en el estómago.

—Desde luego tienes muy buena mano con los niños —comentó Camila.

—Gracias —respondió ella—. Tengo mucha práctica por mis años como psicóloga escolar.

—¿Y qué conclusión sacas en este caso? —le preguntó Brian.

—Creo que la sintomatología de Juliette es básicamente psicosomática, pero aun así me preocupa que además pueda estar incubando alguna enfermedad —dijo Jeanne—. Es la fiebre lo que me inquieta. Has confirmado que tiene fiebre, ¿verdad?

—Sí, en efecto —dijo Brian—. Se la he vuelto a tomar justo antes de que vinieras. Tiene 38,2, que está en el límite. Tiene fiebre, aunque no es muy alta.

—No tengo conocimientos médicos para saber si esa fiebre puede ser preocupante o no, pero… ¿hay alguna posibilidad de que haya estado expuesta al coronavirus? Siento decirlo, pero no hay que descartar que tenga COVID.

—Desde luego no mientras yo he estado con ella —dijo Brian—. Y tampoco aquí en casa. —Lanzó una mirada interrogativa a Camila.

—En casa está claro que no —dijo Camila—. No hemos tenido ninguna visita, aparte del personal médico que vino ayer, y todos llevaban trajes protectores completos. Y no me parece que haya podido estar expuesta las pocas veces que ella y yo hemos salido desde que Emma enfermó. Todas las salidas han sido al parque Emerson o al parque Isham, y no socializaba y además llevaba la mascarilla. Pero la verdad es que el comportamiento de los últimos días podría deberse a que no se encuentra bien.

—Estoy de acuerdo —dijo Brian—. Desde que mi mujer enfermó y Juliette fue testigo de un ataque convulsivo, no ha sido la misma.

—Bueno, si algo he aprendido en los últimos ocho meses, es que el coronavirus se contagia con mucha facilidad en determinadas situaciones —comentó Jeanne—. Mi consejo es que la vea un médico. ¿La lleva algún pediatra?

—Por supuesto —dijo Brian—. El doctor Rajiv Bhatt, que tiene consulta en Broadway. Vayamos a la oficina; lo llamaré desde ahí.

Siguieron todos a Brian escaleras abajo. Al entrar en el despacho, este encendió la luz.

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