Viriato. Iberia contra Roma by João Aguiar

Viriato. Iberia contra Roma by João Aguiar

autor:João Aguiar
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Histórico
publicado: 1984-08-09T22:00:00+00:00


VI

He oído decir a hombres de experiencia que la guerra cura muy rápidamente las heridas del alma: metido en un combate, empeñado en sobrevivir por la muerte del adversario, no tiene uno tiempo para sufrir. No sé si el dicho es verdadero, pues semejante remedio me fue negado por los dioses. Aquel año, la campaña contra Unímano nos trajo una victoria tan rápida que apenas había empezado el otoño cuando estábamos ya de vuelta en el Monte de la Diosa. Las expediciones militares quedaban en suspenso hasta la primavera.

Empezó entonces una lenta tortura: no había rincón de la sierra que no me hablara de Sunua. Por las noches, una y otra vez, se me aparecía en sueños, riéndose o abrazándome, o bien angustiada, gritando que había perdido nuestro hijo. Luego, de pronto, desaparecía, y yo me despertaba cubierto de sudor, pero, al dormirme, volvían a empezar las pesadillas. Un día, ya a fines del invierno, empecé a gritar en pleno sueño, me despertó mi voz, y vi un rostro muy cerca del mío: era Arduno. Me obligó a salir de la tienda, cubierto bajo su propio manto, y me llevó hasta la hoguera más cercana, y sin decir ni una sola palabra, me dio vino. No pude contenerme, y le conté mi secreto.

Arduno era demasiado inteligente para intentar discursos de consuelo. Me oyó en silencio y, cuando acabé, me invitó a ir de caza con él a la mañana siguiente, «para alejar las sombras de la muerte y, también, para mantenernos en forma, pues vas a necesitar todas tus fuerzas...» El final de la frase iba destinado, claro está, a aguzar mi curiosidad. Le pedí que se explicara, y así lo hizo:

—Si no hubieras pasado el día entero tan solo como un oso en invierno, sabrías que han llegado noticias de la Bética. Noticias frescas: el mensajero salió de Urso hace dos semanas. A propósito, por más que Audax te disguste, tienes que admitir que nos es muy útil, ha sido él quien más ha ayudado al jefe a formar una red eficaz de informadores.

—Bien. Admito lo que quieras. ¿Pero qué noticias son esas? —corté impaciente.

—Pues bien: el Senado romano ha enviado a Iberia un nuevo ejército. Y... a ver si adivinas la distinción que Roma nos ha concedido... A que no... Pues Roma ha decidido mandarnos uno de sus cónsules. Se llama Emiliano. Quinto Fabio Máximo Emiliano. Es el nuevo gobernador de la Ulterior, y debe de haber desembarcado ya.

—¿Y el ejército?

Arduno frunció el entrecejo.

—No sabemos cuántas legiones lo componen, pero es un ejército consular, y eso quiere decir que nos dará que hacer. Bueno, y ahora, si puedes, duerme un poco, porque te juro por todos los nombres de Bandua que vendré a despertarte antes de que salga el sol. ¡La caza nos está esperando!

Viriato decidió que antes de enfrentarnos al cónsul mediríamos fuerzas con el nuevo magistrado de la Citerior, el pretor Cayo Nigidio, a fin de evitar el riesgo de que nos cogieran en tenaza los dos ejércitos romanos.



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