Villanos: takhisis by Michael Williams & Teri Williams

Villanos: takhisis by Michael Williams & Teri Williams

autor:Michael Williams & Teri Williams [Williams, Michael & Teri Williams]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: SF
publicado: 2010-01-04T08:20:55+00:00


Fordus estaba sobre un estrecho puente natural de rocas y tierra seca que se había formado sobre el lago de lava y arena fundida que burbujeaba en la llanura del desierto. No era más que un sendero estrecho de suelo firme que no había sido alcanzado por el fuego y el magma, y que se iba estrechando poco a poco a medida que la corriente en ebullición devoraba sus cimientos.

Aquél era el lugar que aparecía en sus sueños: el fuego, la lava y el tenebroso pájaro.

Fordus se quedó sin respiración, ensimismado, hasta que los gritos de sus hombres lo alertaron.

El líder de los rebeldes se encontró atrapado en un dilema; el elfo yacía en medio de aquel paisaje burbujeante con el cóndor batiendo sus ardientes alas sobre él, mientras Estrella del Norte, tan sólo a cuatro metros de distancia, miraba desesperado hacia el líquido cegador, suplicando ayuda.

Era evidente que Luz de Relámpago estaba en peligro.

Pero el cóndor…

Era un viejo conocido de Fordus, el personaje que aparecía en sus sueños.

Y el elfo… era un disidente. Un oficial problemático. Lo que le sucediese quedaba en manos de los dioses.

Fordus se precipitó hacia Estrella del Norte y tiró al muchacho para apartarlo de la creciente fisura.

–¡Mi medallón! – gritó Estrella del Norte-. ¡El disco!

Fordus supo inmediatamente a qué se refería: el colgante religioso que le entregaron al muchacho en su noche de la elección de nombre, el cual era una réplica de uno de los célebres Discos de Mishakal. Aquel objeto, que no tenía el más mínimo valor material, pero era de gran valor para el muchacho, colgaba de la arista de una roca situada a menos de dos metros por encima de la creciente grieta.

–¡Camina despacio hasta suelo firme! – chilló Fordus, inclinándose sobre el lago burbujeante. Después tendió su atlético y musculoso brazo hacia el medallón y estiró sus poderosos dedos todo lo que pudo-. ¡Estrella del Norte, ponte a salvo!

Aquellas palabras sonaron heroicas. Recordaban a los versos de Alanda. Y seguro que compondrían una buena canción para cantar durante la hora de los relatos.



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