Vida de Lord Byron by Emilio Castelar

Vida de Lord Byron by Emilio Castelar

autor:Emilio Castelar [Castelar, Emilio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Historia
editor: ePubLibre
publicado: 1873-01-01T05:00:00+00:00


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QUINTA PARTE

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Llegamos en esta narración, ya larga, al fin de la vida de Lord Byron, vida breve como una tempestad. Era imposible que habitara en su patria. Comenzó, pues, una peregrinación, al acaso, como siguiendo el vuelo de su pensamiento y de su deseo. Artista, los climas del Mediodía eran los naturales climas de su alma. Allí, en la transparencia del aire, en la brillantez del sol, en los aromas de las flores, en las exaltadas pasiones, encontraba satisfacción al vivísimo deseo de realizar la poesía en la vida, o exaltar la vida hasta la poesía. Emprendió su camino desde Inglaterra a Bélgica y de Bélgica a Italia. Su primera visita fue al campo de Waterloo, triste y vulgar cuadro donde fue a quebrarse el cetro de hierro forjado por Napoleón I con las balas caídas a sus pies y estrelladas en su genio. Naturalmente, lo grande cautivaba siempre a Byron: las grandes bellezas, las grandes ideas, las grandes pasiones y los grandes crímenes. Su genio, original por excelencia, se rebelaba contra todo lo vulgar. Las costumbres consagradas, las leyes sociales imperiosas, le molestaban como a un náufrago las corrientes y las olas. Si hubiera podido, arrancara su cuerpo a las leyes de la gravitación física y su alma a las leyes de la gravitación social. Y en esta lucha con fuerzas tan poderosas y tan necesarias, destrozaba alma y cuerpo, bebiendo a grandes tragos el licor de los sueños eternos, el licor de la muerte.

Naturalmente, debía exaltarle ver el campo donde el genio que desde la cuna velada por la plebeya Letizia Ramolino, se había elevado al trono de Carlo-Magno, y desde los Alpes había volado a las Pirámides, y de las Pirámides a las torres de Nuestra Señora, encubriendo el mundo bajo sus alas; ver ese genio extraordinario, que sostenía con sus hercúleas fuerzas una sociedad casi desplomada; verlo perdido entre el polvo y el humo que levantaran las legiones inglesas; verlo estrellando su pujanza, que parecía propia de un Dios, contra la vulgar paciencia de un hombre.

Desde Waterloo, donde todavía estaba fresca la sangre de las derrotas napoleónicas, corrió al Rhin, y por el camino del Rhin entró en Suiza. Esta tierra se halla sembrada por doquier de recuerdos históricos. Los grandes hombres han ido allí a respirar el aire de las montañas y el aire de la libertad. Especialmente las riberas del Leman, donde Byron se fijó algún tiempo, recuerdan los protagonistas del siglo décimo-octavo, de ese siglo cuya filosofía fue una revolución, y cuya revolución será la clave de toda nuestra filosofía de la historia. Yo he visitado la casa habitada por Byron cerca de Ginebra, como visito siempre, oscuro peregrino de la libertad, los sitios ¡lustrados por el heroísmo y por el genio. Yo he visto a la orilla del lago, en una colina sembrada de viñedo, oculta en el follaje, como nido misterioso, aquella modesta habitación donde tantas sombras, que llenarán los anales del género humano, se agolparon a su cerebro.



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