Vernon Dios Little by DBC Pierre

Vernon Dios Little by DBC Pierre

autor:DBC Pierre [Pierre, DBC]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Sátira
editor: ePubLibre
publicado: 2002-08-16T00:00:00+00:00


* * *

Los latidos de nuestros corazones nos guían por entre hileras de chabolas torcidas, más allá de porches de construcción casera con luces amarillas colgantes, pasando por lechos de arroyos y por encima de riscos. Tragamos aire como motores a reacción hasta quedar exhaustos. Cabreados como nunca. Y la ley no tardará en seguirnos. Siento que el paradigma está al rojo vivo.

—Joder —jadea Ella cuando paramos por fin.

Me arrodillo junto a ella en los arbustos que hay detrás de su casa. Desde aquí se ve un callejón invadido por la maleza que va entre la cerca trasera de su casa y la chabola de al lado. Al final del callejón se divisa Johnson Road. El desguace de Keeter y la escarpada de más allá, una extensión profunda y negra. A medida que recobro el aliento, oigo los primeros grillos y el latido de la hierba que agita el viento. El aire húmedo de la boca de Ella me acaricia la cara. Me vuelvo para mirar atrás entre los matorrales, donde centellean las luces exteriores de Crockett. En medio del silencio se oye un bullicio apagado procedente del pueblo, luego un coche que se acerca. Me doy cuenta tranquilamente de algo, es un descubrimiento tan tranquilo como una caricia. Y es que tengo siete segundos de mierda para planear el resto de mi vida.

—Ell, tengo que confiarte algo importante.

—Puedes confiar en mí, Bernie.

—Tenemos ciento cuarenta dólares. Toca a setenta por barba. —⁠Saco el dinero del bolsillo y aparto un billete de diez del fajo. Me lo meto en el bolsillo y le paso el resto a Ella.

—¿Puedes llevar estos sesenta al número 17 de Beulah Drive? ¿Puedes hacerlo por mí? Tendrás que recogerte el pelo, cambiarte la ropa y colarte allí como una sombra. ¿Puedes hacerlo?

—Claro que sí. —Asiente como una niña pequeña, ya sabéis, los niños pequeños siempre asienten demasiado. Luego me mira con ojos brillantes⁠—. Pero ¿qué vas a hacer tú?

—Tengo que desaparecer una temporada.

—Me voy contigo.

—Y una mierda. Nos pillarían en un segundo.

Ella cierra mucho la boca y se me queda mirando. Os juro que es como un gato o algo parecido, se limita a quedarse mirando. Pasa un camión gruñendo por Johnson Road. Me mantengo tenso hasta que desaparece a lo lejos. Ella no deja de mirarme. Luego suena un portazo a lo lejos y una chirriante voz de mujer:

—¡Ellaaaa!

Ella hace una mueca de pesar. Supongo que acabamos de vivir una aventura de verdad. Se nota que he roto el hielo con Ella Bouchard. Le aprieto la mano, por los viejos tiempos que acabamos de vivir, y recojo mi mochila.

—Si ves a mi vieja, dile que lo siento y que me pondré en contacto con ella… O no, mejor… No le digas nada, simplemente pásale el dinero por debajo de la puerta. ¿Vale?

Me levanto de la hierba, pero la mano de Ella intercepta mi pierna. Bajo la vista y la miro a la cara. De pronto parece un rostro configurado para tomar decisiones valientes en la vida, como si le rezumara fuerza de voluntad por los poros o algo así.



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