Venus 4, Huyendo de Venus by Edgar Rice Burroughs

Venus 4, Huyendo de Venus by Edgar Rice Burroughs

autor:Edgar Rice Burroughs [Burroughs, Edgar Rice]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Spanish, Novela
publicado: 2008-08-09T16:00:00+00:00


CAPÍTULO XXX

Cuando era muy joven solía soñar en una vida de aventuras y a mí me parece que tales sueños juveniles imprimen, en cierto modo, carácter a nuestra existencia. Acaso por eso me lancé a volar a edad ya madura y se me ocurrió construir aquella nave cohete para dirigirme a Marte, excursión que acabó en Venus.

Había deseado aventuras; pero la verdad era que últimamente lo único que había hallado habían sido desventuras, y, por cierto, que me iba acostumbrando a ellas. Por todo esto, cuando llegaron Duare y Doran, en el preciso momento en que Jonda y yo íbamos a hacer lo imposible en medio de aquella plaza de toros para enfrentarnos con varios millares de guerreros armados de espadas y garfios, adopté la firme decisión de no buscarme más aventuras o desventuras, determinando que nos dirigiríamos sin más dilación hacia el Sur, en busca de Korva.

En circunstancias normales me hubiera gustado llevar a Jonda a Tonglap, su patria; pero no estaba dispuesto a poner en peligro la seguridad de Duare nuevamente. Así es que cuando Doran dijo a Jonda que sería bien recibido en Japal hasta que encontrara un medio de volver a Tonglap, yo me consideré satisfecho, ya que Japal se encontraba en la misma dirección que habíamos de seguir para llegar a Korva y, en cambio, Tonglap, no.

Se nos recibió con toda pompa en Japal; repusimos el avión de agua y alimentos, y, con la mayor presteza que nos permito el decoro, nos despedimos de nuestros amigos y partimos.

Duare y yo consideramos juntos la ruta que habíamos de seguir y llegamos a la conclusión de que si continuábamos hacia el Suroeste, iríamos a parar al territorio conocido con el nombre de Anlap o Tierra de los Pájaros, en la que se halla Korva. Esta ruta nos hizo cruzar el lago de Japal en una extensión de unas quinientas millas, y, luego, al noellat gerloo o agua potente, que viene a ser en el lenguaje amtoriano algo así como océano.

—Resulta tranquilizador vernos aquí —suspiró Duare.

—Después de lo que hemos pasado, cualquier cosa ha de parecemos sedante —repuse—. A mí casi me parece demasiado tranquilo y afortunado para que sea verdad.

—Llegué a pensar que no volvería a verte, Carson. Me contaron algunas de las horribles costumbres de los habitantes de Brokol; que bebían sangre humana y otras cosas por el estilo. Hasta que conseguí subir al anotar, atravesé días de verdadera desesperación. ¿No te parece realmente maravilloso que podamos volver a Korva donde tanto se nos ama?

—Y conseguir, por primera vez desde que nos conocimos, la paz y seguridad que necesitas. Amada mía, si es humanamente posible, me parece que no volveremos a movernos de Korva.

—¡Qué sorpresa tan deliciosa van a tener Taman y Jahata al volvernos a ver! ¡Oh, Carson, me parece mentira que podamos volver!

—Tenemos que hacer un largo vuelo —le advertí—, y después de llegar a Korva, habremos de buscar mucho, antes de localizar a Sanara. Es una población muy pequeña, y el país, muy extenso.



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