Ve y pon un centinela by Nelle Harper Lee

Ve y pon un centinela by Nelle Harper Lee

autor:Nelle Harper Lee [Lee, Nelle Harper]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
editor: ePubLibre
publicado: 2015-01-01T05:00:00+00:00


13

Alexandra estaba en la mesa de la cocina, absorta en ritos culinarios. Jean Louise pasó a su lado de puntillas, pero fue en vano.

—Ven, mira esto.

Su tía se apartó de la mesa y mostró varias fuentes de cristal tallado llenas con tres pisos de delicados bocadillos.

—¿Es la comida de Atticus?

—No, hoy va a probar a comer en el centro. Ya sabes cómo aborrece meterse entre un montón de mujeres.

¡Dios Todopoderoso! ¡El «Café»!

—Cielo, ¿por qué no vas a preparar el salón? Dentro de una hora estarán aquí.

—¿A quién has invitado?

Alexandra recitó una lista de invitadas tan absurda que Jean Louise dio un hondo suspiro. La mitad eran más jóvenes que ella, y la otra mitad mayores. No habían compartido ninguna experiencia que ella pudiera recordar, salvo en el caso de una con la que se había peleado sin parar durante toda la escuela primaria.

—¿Dónde están todas las de mi clase? —preguntó.

—Por ahí, supongo.

Ah, sí. Por ahí, en Old Sarum y en otros sitios, en lo hondo de los bosques. Se preguntaba qué habría sido de ellas.

—¿Has ido de visita esta mañana? —preguntó Alexandra.

—He ido a ver a Cal.

El cuchillo de Alexandra repiqueteó sobre la mesa.

—¡Jean Louise!

—¿Qué demonios ocurre ahora?

«Si Dios quiere, este es el último asalto que voy a tener con ella. Según ella, nunca he sido capaz de hacer nada bien, en toda mi vida».

—Cálmate, señorita —repuso su tía con frialdad—. Jean Louise, en Maycomb ya nadie va a visitar a los negros, después de lo que nos están haciendo. Además de ser unos vagos, ahora te miran a veces con una insolencia descarada y les da igual el motivo. Esa NAACP ha venido y les ha metido tanto veneno en el cuerpo que se les sale por las orejas. Si hasta ahora no ha habido problemas en este condado, es porque tenemos un sheriff fuerte. Tú no te das cuenta de lo que está pasando. Hemos sido buenos con ellos, hemos pagado sus deudas y les hemos dado dinero para pagar la fianza y sacarlos de la cárcel desde que el mundo es mundo, les hemos dado trabajo cuando no lo había, les hemos animado a mejorar, los hemos civilizado, pero querida mía… esa capa de civilización es tan fina que un puñado de negros yanquis pagados de sí mismos puede echar por tierra el progreso de cien años en cinco… No, señorita, después de cómo nos han agradecido que les hayamos cuidado, nadie en Maycomb tiene ganas de ayudarlos cuando ahora se meten en líos. Lo que hacen es morder la mano que les da de comer. No, señor, se acabó… Ahora que se las arreglen solos.

Había dormido doce horas y le dolían los hombros de cansancio.

—La Sarah de Mary Webster tiene el carné de la NAACP desde hace años, y lo mismo todas las cocineras de la ciudad. Cuando se fue Calpurnia, no quise molestarme en buscar otra, total, solo estábamos Atticus y yo. Tener contento a uno de esos niggers en estos tiempos es como atender



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