Una novela que comienza by Macedonio Fernández

Una novela que comienza by Macedonio Fernández

autor:Macedonio Fernández [Fernández, Macedonio]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1941-02-15T00:00:00+00:00


TANTALIA

El mundo es de inspiración tantálica

PRIMER MOMENTO: EL CUIDADOR DE UNA PLANTITA

Él acaba por convencerse de que su sentimentalidad, aptitud de simpatía, que viene desde tiempo luchando por recuperar, está enteramente agotada, y, en los sufrimientos de este descubrimiento, cavila y halla por fin que quizá el cuidado de una plantita endeble, de una mínima vida, de lo más necesitado de cariño, debiera ser el comienzo de la reeducación de su sentimentalidad.

Ocurre que pocos días después de esta meditación y proyectos en suspenso, Ella, sin sospechar tales cavilaciones, pero movida por una aprensión vaga que había tenido del empobrecimiento afectivo que ocurría en él, le envía por regalo una plantita de trébol.

Él resuelve adoptarla para iniciar el procedimiento entrevisto. La cuida con entusiasmo durante un tiempo y cada vez se percata más de la infinidad de atenciones y protecciones, expuestas a un descuido fatal, exigidas para la seguridad de la vida de un ser tan débil, al que un gato, una helada, un golpe, sed, calor, viento, amenazan. Se siente intimidado por la posibilidad de verla morirse un día por mínimo descuido; pero no es solo el temor de perderla para su cariño, sino que conversando con Ella, cavilosos como todos los que están en la pasión, y más cuando en esa pasión uno decae, llegan a la obsesión de que exista algún nexo de destinos entre el vivir de la plantita y el vivir de ellos o de su amor. Fue Ella la que un día vino a decirle que ese trébol fuera el símbolo del vivir del amor de ellos.

Empiezan a temer que la plantita muera y muera con ella uno de ellos y lo que es más: el amor de ellos, única muerte que hay. Se ven sucesivamente, meditando en coloquios, creciendo el pavor a que se ven sujetos. Deciden entonces anular la identidad reconocible de esa plantita para que, eludiendo el mal presagio de matarla, nada haya identificable en el mundo a cuyo existir esté supeditada la vida y amor de ellos; y al par así, sitúanse en la asegurada ignorancia de no saber nunca si aquel existir vegetal que tan singularmente se había hecho parte en las vicisitudes de una pasión humana, se muere o vive. Resuelven entonces, de noche, en un paraje no reconocible para ellos, perderla en un vasto trebolar.



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