9788491651758 by Juan Martín Velasco

9788491651758 by Juan Martín Velasco

autor:Juan Martín Velasco
La lengua: cat, spa
Format: epub
publicado: 2018-10-02T12:41:26+00:00


'Parte de guerra' en la Vigilia Pascual

Escribo este texto para Misa Dominical en la semana de Pascua, con el recuerdo aún vivo de las celebraciones pascuales, y quiero compartir con sus lectores una experiencia vivida en la Vigilia Pascual. Éramos una pequeña comunidad cristiana de barrio. El templo, un local muy reducido, en los bajos de un bloque de viviendas. Estamos ya en la liturgia de la Palabra. Durante la proclamación de la tercera lectura pude observar cómo algunas personas perdían la expresión serena que hacía un momento había admirado en sus rostros. A nuestro Dios el texto le hacía decir: 'Voy a endurecer el corazón de los egipcios... Me cubriré de gloria a costa del faraón y de todo su ejército'. Después la comunidad escuchaba con asombro cómo Moisés, con el poder de Dios, hacía volver a su lugar las aguas, que se habían separado para permitir el paso a pie enjuto de Israel, y cubrían 'los carros, los jinetes y todo el ejército del faraón'. 'Ni uno solo se salvó', constataba el cronista.

Tal vez en la impresión que produjo la lectura influyera el horror de la guerra de Irak que habíamos padecido esos días. El caso es que una página de la Escritura había destrozado el clima religiosamente fervoroso en que estábamos viviendo la Vigilia Pascual. Es evidente que experiencias semejantes producen en numerosas celebraciones otras páginas de la Escritura y otros textos litúrgicos.

¿Qué hacer ante este hecho nada infrecuente? Se puede, es verdad, paliar su efecto llamando la atención de los fieles sobre los géneros literarios de la Biblia y las circunstancias históricas, muy diferentes de las nuestras, en que fueron escritas muchas de sus páginas. Pero no es fácil que una simple monición evite la impresión devastadora de textos como el aludido y que terminan con la rotunda afirmación: 'Palabra de Dios'. ¿Por qué entonces mantenerlos, al menos en su integridad, y no expurgarlos de expresiones que los hacen ininteligibles y sencillamente escandalosos? Y, para que esa operación delicada no tenga que realizarla un día tras otro cada comunidad, ¿no sería deseable que lo hiciesen las mismas instancias litúrgicas que con tanto celo velan por la exactitud de determinados ritos, disciplinas y textos en lo relativo a otros aspectos de la ortodoxia? Confieso que me extraña vivamente la insensibilidad y la pasividad de los organismos responsables de la ordenación de la liturgia oficial de la Iglesia. ¿No se dan cuenta de los estragos que determinadas fórmulas de oración pueden producir en la forma de creer? ¿Habrá que recordarles que, dada la estrecha relación entre pensamiento y palabra, un lenguaje litúrgico tan distorsionado puede distorsionar la forma de representarse a Dios de muchas personas, viciar su forma de creer y hasta hacerla imposible?

(2003, número 10)



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