Una melodía para cada amor by Lory Squire

Una melodía para cada amor by Lory Squire

autor:Lory Squire
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2018-10-22T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 17

Anne vino a verla un par de días después. Era un placer tan grande abrazar a aquella pequeña chica que Lillie se sintió una estúpida por no haber retomado la relación con ella en cuanto llegó. Había cosas en la vida que uno no debía dejar de hacer, como abrazar a sus amigos y decirse cosas bonitas, cosas sentidas de verdad, porque los amigos eran una de esas maravillas que te hacen sentirte bien cuando más lo necesitas.

—No me has contado qué tal te fue en La India —le dijo la enfermera cuando se sentaron a disfrutar de unos preciados rayos de sol sobre la arena de la playa. Anne le había dicho que tenía intención de sacarla todo lo que antes no la había podido sacar de casa, así que decidieron pasar su primer día fuera cerca del océano.

—Un aburrimiento. Casi me vuelvo loca, si te digo la verdad.

Escuchó cómo su amiga reía a su lado y la miró de reojo. Estaban las dos echadas sobre sendas toallas, con las gafas de sol puestas y la cara vuelta hacia el astro rey como dos sirenas.

—Si te digo la verdad, no me cuadraba para nada que te hubieras ido allí, tú sola, a aislarte entre esos monjes ancianos.

—Bueno, Anne, también vine aquí hace unos meses y me aislé entre ancianos, ¿o es que ya te has olvidado?

Su amiga hizo un gesto despreocupado con la mano.

—Bah, pero eso fue distinto. Aquí viniste porque no tenías otro remedio y no había un escondite mejor. Pero meditar... No sé, no te veo yo meditando. Te veo más bien practicando deportes de aventura o algo así.

Ahora le tocó el turno a ella de sonreír.

—Ya he tenido demasiadas aventuras en mi vida. Ahora necesito paz, tranquilidad y un lugar donde estirar las piernas y tomarme un gin tonic a gusto si me da la gana.

—Estoy contigo en lo de los gin tonics. ¿Te apetece uno ahora?

Lillie se irguió y se apoyó sobre sus codos para echar un vistazo alrededor.

—¿Y dónde nos lo tomamos? Esto está desierto, no es una playa de Ibiza que digamos...

—Podemos subir al hotel y tomarlo en la taberna.

—¿Estás loca? No quiero que en el pueblo me tomen por una borracha.

—¿Estamos hablando solo de un gin tonic o de varios? —le preguntó Anne, girándose hacia ella y arqueando las cejas.

Lillie sonrió, pero su sonrisa ahora no era seductora, sino perversa.

—De los que nos quepan, joder. Ahora que no tengo que rendirle cuentas a nadie me puedo dar un gusto... ¡Al demonio con todo, vamos a vivir la vida loca!



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