Una entre un millón by Susan Mallery

Una entre un millón by Susan Mallery

autor:Susan Mallery
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Romántico, Novela
publicado: 2005-12-19T23:00:00+00:00


Capítulo 9

STEPHANIE siempre había pensado que pintar una habitación era una pesadez, pero aquella tarde se encontró a sí misma canturreando mientras trabajaba. De repente, el sonido del rodillo sobre la pared le resultaba alegre y vitalista. No la molestaba el olor, porque tenía las ventanas de la casa del guarda abiertas y el sol de tarde inundaba la habitación. Ni siquiera las agujetas que sentía en aquellos músculos que llevaba tanto tiempo sin utilizar conseguían apagar su buen humor. Tenía la impresión de que haría falta una desgracia seria para arrancarle la sonrisa del rostro.

La vida era maravillosa, pensó mientras deslizaba la pintura clara sobre la pared. La vida era maravillosamente maravillosa.

Stephanie se rio por lo bajo y estiró el brazo. Aquel movimiento le repercutió en la cadera, que le dolió un poco por haber abierto las piernas todo lo que pudo para recibir a Nash en su interior. Aquella incomodidad fue un aliciente más para su alegría. Tener agujetas tras una aburrida clase de gimnasia no era muy satisfactorio, pero tenerlas después de una maravillosa sesión de sexo con un amante increíble valía la pena totalmente. Todo su interior todavía se estremecía con pequeños escalofríos de placer y Stephanie no pudo evitar suspirar de alegría. Nunca se había considerado a sí misma como una chica de aventuras cortas, pero estaba claro que aquello era algo que tenía que haber hecho años atrás.

—Nunca se me pasó por la cabeza —murmuró en voz alta.

Con tres hijos y una bonita hipoteca, estaba más preocupada por salir a flote tras la muerte de Marty que de satisfacer ningún deseo sexual. Transcurrido un tiempo llegó incluso a olvidarse de que tenía deseos. Hacer el amor con su marido era agradable, pero con el paso del tiempo el recuerdo se fue borrando. No quería tener otra relación con ningún hombre, así que supuso que la vida íntima había terminado para ella.

Hasta que Nash le mostró un mundo de posibilidades. Y qué posibilidades. Habían hecho el amor dos veces antes de tomar la decisión de trabajar un poco. Habían pasado menos de tres horas desde que salió de su cama y ya estaba deseando volver a entrar.

Calculó mentalmente el tiempo que faltaba hasta que los chicos se acostaran y se preguntó cómo iba a sobrevivir tanto tiempo sin que Nash la tocara. Ahora que sabía que era incluso mejor que en sus fantasías quería aprovechar cada segundo que tuvieran para estar juntos.

—No estás trabajando —dijo Nash apareciendo desde la cocina—. Estás de pie en la escalera con una sonrisa en la boca.

Stephanie soltó una carcajada.

—Si te digo que estaba pensando en nosotros, ¿te parecería bien?

—Me parecería estupendo.

Nash se recostó contra el marco de la puerta. Un hombre alto y guapo con una paleta de albañil en la mano. Se había puesto una camiseta azul marino y unos pantalones vaqueros. A ella le gustaba que fuera tan eficiente en todo lo que hacía, ya fuera dar de llana una pared o hacerla gritar de placer. Le



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