Un partido en Central Park by Luigi Garlando

autor:Luigi Garlando [Garlando, Luigi]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 2015-01-01T00:00:00+00:00

—Os propongo una cosa —dice Pedro—. Cada equipo ataca con su balón y se hace una jugada por turno. Cuando ataquemos nosotros, intentaremos marcar con nuestra pelota ovalada y vosotros de pararnos los pies; cuando ataquéis vosotros, trataréis de marcar con vuestro balón y nosotros de impedirlo.

—¿Y las porterías? —pregunta Becan.

—Ponemos en el suelo dos bolsas en cada lado —responde el coletas—. Nosotros tendremos que plantar nuestro balón por detrás de las bolsas y vosotros colar el vuestro por en medio, como si fueran dos postes. Quien marque antes tres ensayos o tres goles gana el partido.

Los Cebolletas se consultan rápidamente con la mirada y Tomi asiente:

—Vale.

—Como puedes ver, nosotros solo somos cinco —precisa Roger—, así que vosotros deberíais sacar a cinco y hacer todas las sustituciones que queráis.

—De acuerdo —aprueba el capitán de los Cebolletas—, ¿quién saca?

—Empezad vosotros, que jugáis fuera de casa —contesta el hermano de Adam—. En Nueva York somos muy hospitalarios.

Los dos equipos se agrupan cada uno en su campo para preparar las primeras jugadas, mientras la intensidad de la nevada aumenta cada vez más.

—Me estoy congelando. Ya no siento los dedos de los pies y las manos —anuncia João, soplando por dentro de sus nuevos guantes de lana—. ¿Jugamos con el anorak por encima del chándal?

—Supongo que sí —confirma Nico—: ellos también lo llevan.

De repente, los adversarios sacan cinco camisetas azules de los New York Giants y se las ponen por encima de los anoraks.

Pedro lleva el número 9 y Roger, el 10. El más fornido de todos, un chico de raza negra que parece una nevera con una cabeza rizada encima, lleva el 88. Completan el equipo un tipo pelirrojo y pecoso que se ha quitado el chándal y el anorak y juega solo con una camiseta de manga corta de los Giants con el número 43, como si fuera verano, y otro bajo pero corpulento, plantado sobre dos piernas que parecen robles, que lleva el número 73 y no para de hacer globos con un chicle.

—Caramba, con esas camisetas encima todavía parecen más grandes —observa Morten.

—Tienes razón… son «gigantes» de verdad —precisa Elvira.

—Hagamos una jugada distinta cada vez y ataquemos los primeros, así no tendremos que preocuparnos por defender —propone Tomi, tras reunir a los compañeros a su alrededor—. Pongamos una línea de ataque: Becan por la derecha, João por la izquierda, Chus y yo en ataque y Nico en medio, para pasar a quien pueda disparar. Hagamos una prueba.

Las dos formaciones se colocan en el campo de Central Park que delimitan las cuatro bolsas de deportes.

Siguen cayendo gruesos copos de nieve, y el césped está completamente blanco.

—¿Listos? —pregunta el número 9.

—Yo he nacido listo… —responde Pedro con la sonrisa de una hiena.

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