Un nuevo inicio by Luigi Garlando

autor:Luigi Garlando [Garlando, Luigi]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Infantil
editor: ePubLibre
publicado: 2013-01-01T00:00:00+00:00

Pero las dos chicas no aprietan el botón de parada. Recorren toda la Gran Vía, pasan por la plaza de España, dejan atrás los jardines de Sabatini y acaban bajando en la misma parada del paseo de la Florida en la que habían subido.

Víctor Zanahoria regresa abatido a la parroquia.

—¿Qué tal te ha ido? —le pregunta enseguida Becan—. ¿Has descubierto quién es el señor X?

—Qué va… —se lamenta el periodista—. No han bajado del autobús: se han pasado todo el trayecto de pie, al lado del chófer. No se habrá presentado a la cita. O se han dado cuenta de que estaba yo allí.

—O sí ha habido encuentro pero no te has dado cuenta, a pesar de tu fino olfato de sabueso —puntualiza João.

—¿Qué quieres decir? —le pregunta Zanahoria, sorprendido.

—¿Te has fijado en el conductor? —insiste el brasileño.

—No… Iba oculto detrás del periódico, para que no me descubrieran. De vez en cuando echaba una ojeada.

Todos los Encebollados están mirando a su capitán.

—A ver cómo lo veis. Víctor nos ha dicho que las gemelas se han puesto en contacto con un entrenador combativo, como los Cebotigres, y que ha salido en los periódicos. Armando practicó boxeo en el KombActivo, desbarató un atraco y acaba de ser entrevistado para ¡Reporteros! Yo creo que el que conducía el autobús era él.

—O sea que Lara y Sara le habrían propuesto que entrenara a los Cebotigres —deduce Elvira, estupefacta.

—Vaya, si tienes razón he hecho el ridículo —admite Víctor enrojeciendo.

—Pero ¿os parece normal que Armando entrene a un equipo que juega contra su hijo? —pregunta Pavel.

—Conociéndolo, no me sorprendería —contesta el brasileño—. No creo que sea muy difícil comprobarlo. Con preguntarle a su hijo…

Unas horas más tarde, durante la cena, suena el teléfono en la casa de la familia Ferrero.

—Ve tú, hijo —dice Armando—: será Eva para decirte que eres el chico más guapo que ha nacido desde el Pleistoceno.

—Papá, tendrías que enviar tus salidas a una revista de crucigramas… —responde Tomi con una mueca.

Al otro lado del teléfono está João. Tomi escucha boquiabierto lo que le cuenta su amigo y luego vuelve al comedor y pregunta a bocajarro a su padre:

—¿O sea que vas a entrenar a los Cebotigres?

Armando, que acaba de beber un sorbo de agua, la expulsa con un ataque de tos. Luego recupera la calma y, con el aire más indiferente del mundo, contesta:

—Pues creo que sí. ¿Qué tiene eso de raro?

—¡Que qué tiene de raro! —repite Tomi atónito—. Que tu hijo soy yo y que en el próximo campeonato jugaremos uno contra el otro.

—A mí no me parece ilógico —rebate Armando—. Sara y Lara también jugaron la una contra la otra, y Pavel e Ígor. Si los entrenadores solo pudieran ocuparse de los equipos en los que juegan sus hijos, nunca trabajarían.

—Yo no quería que fueras nuestro míster. Me hubiera conformado con que me avisaras antes. ¿Te parece normal que me haya tenido que enterar por João?

—Ya te explico yo por qué no te ha dicho nada tu padre —interviene Lucía—. Porque se sentía en deuda conmigo.

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