Un intercambio justo: La decisión de Andrea by Clara Peñalver

autor:Clara Peñalver
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Policial, Romántico
publicado: 2019-02-02T04:00:00+00:00

LA MUJER MUERTE

Según me contaba, Leonor fue una niña muy querida desde antes incluso de nacer. Un ser tremendamente afortunado, pues Dios permitió su concepción y nacimiento tras once embarazos y partos de varones indignos de seguir viviendo. Su padre ansiaba tener una niña. Soñaba con engendrar y criar a la mujer que estaba predestinada a ser su compañera hasta la muerte, y más allá de ella.

Según le había explicado Manuel, una mujer bella y piadosa como ella requería un sacrificio tan grande como la muerte de sus once hermanos. En su muerte, Leonor aprendió a amarlos, se compadeció de ellos y odió a los vientres impíos que fueron incapaces de evitar tales pérdidas, simplemente, engendrando a una mujer.

El avance en el relato iba cargando de ira su rosto, haciendo desaparecer su dulzura con cada palabra que brotaba de sus labios. Ésa fue la segunda vez que pude asomarme a su verdadera esencia. La segunda... Y la última. Cuando Leonor fue consciente de su propia transformación —el cuerpo envarado, las manos como garras sobre la cama, el rostro bañado en rabia, los labios vibrantes, las pupilas dilatadas— volvió a colocarse su máscara y cambió de tema.

Con una luz renovada en el semblante, me contó que se sentía afortunada por haber tenido a un padre amoroso que la crió y la protegió de la cruda realidad de forma incansable. Su madre los abandonó cuando ella tan sólo tenía cinco años, de modo que su padre tuvo que luchar para criarla en un mundo en el que un padre soltero sólo encontraba dificultades en el camino.

Leonor jamás salía a la calle si no era en compañía de Manuel. Aprendió a leer y a escribir en casa. Su padre le enseñó a ver la Biblia como la única historia adecuada y verdadera, y gracias a él aprendió infinidad de cosas sobre la naturaleza, la fauna y la flora.

Decía de sí misma que siempre fue una alumna aplicada, siempre ansiosa por la llegada de una nueva lección. Hasta que una mañana las ganas de aprender se disiparon de golpe.

«Papa, me pasa algo raro, creo que estoy enferma».

Por aquel entonces ella tenía trece años y acababa de bajarle la regla por primera vez. Ante los ojos horrorizados de su padre, Leonor se había convertido en una mujer.

«Pobre hija mía, no he conseguido que seas totalmente pura».

Manuel le explicó a Leonor que aquello que le pasaba era un residuo de la maldad de su madre; ella lo había dejado ahí al abandonarla. En los días en que estuviera aquejada por ese mal, Dios consideraba que era indigna de ser su hija y debería permanecer encerrada en su habitación, castigando a su cuerpo con la falta de higiene y alimentándolo, únicamente, a base de pan y agua. Sólo así podría purificar de nuevo su alma.

Aquel día, la tristeza invadió a Leonor y odió a su madre por abandonarla, por dejarle semejante maldición. Pero acepto su penitencia.

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