Un alma cándida by Elizabeth Taylor

Un alma cándida by Elizabeth Taylor

autor:Elizabeth Taylor
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Drama
publicado: 2018-06-10T22:00:00+00:00


CAPÍTULO 10

La hija de Flora nació, un poco antes de lo esperado, bajo el signo de Acuario. Richard tuvo que llevar a Flora al hospital de repente. Esa noche, daban una cena para Geoffrey y Elinor Pringle, Meg y Kit. Después de cenar, Flora subió al piso de arriba con Meg y Elinor, y allí se quedó. Meg bajó corriendo a hablar con Richard.

Flora creyó que podría montar esa pequeña fiesta y casi lo había conseguido, pero servir el café fue demasiado para ella, y Elinor se encargó de hacerlo mientras Meg preparaba una pequeña maleta.

Flora bajó las escaleras con su abrigo de piel, intentando fingir que no pasaba nada.

—Por favor, quedaos —dijo—. Richard volverá enseguida. Lo siento mucho. Kit, cariño, ¿te ocupas tú del coñac?

Kit, incapaz de mirarla, se dirigió hacia la mesa donde estaba la bandeja, presa de los celos y el nerviosismo. Ella iba a vivir una experiencia completamente ajena a él, nada sería lo mismo después; se respiraba la separación. Deseó que se marchara ya, antes de que tuviera que comenzar a servir las bebidas con sus manos temblorosas.

Elinor —que no era madre— se recostó después de hacer los honores con el café, como si esta interrupción no le interesara. Su marido se puso de pie muy erguido, las manos abiertas sobre el pecho, los ojos profundos muy alerta. Tenía aspecto de haber pasado la infancia y la vida adulta al aire libre, escalando montañas, caminando por los páramos. Llevaba un traje holgado de tweed, el camuflaje apropiado para el campo, pero en absoluto para St. John's Wood o para la Cámara de los Comunes. Era ese tipo de inglés que llama tanto la atención en el extranjero.

—Si podemos ayudar en algo —dijo—. ¿Tienes lectura suficiente?

A Flora no se le había ocurrido y cogió el Vogue.

—Adiós —dijo, y su cara se puso blanquecina de pronto; luego adquirió de nuevo un color rosado—. Espero que me perdonéis.

—Te deseo lo mejor —dijo Geoffrey, ofreciendo una sonrisa para levantarle el ánimo.

—Gracias por esta deliciosa cena —intervino Elinor, para que no perdieran de vista por qué estaban allí.

En el pasillo, la señora Lodge abrazó a Flora, pero no fue capaz de decir nada. Se quedó mirando cómo se alejaban y después cerró la puerta de la entrada silenciosamente.

—Vaya, vaya —dijo Elinor mirando la habitación. Su voz era a la vez divertida y reprobadora.

—Por los pelos —dijo Geoffrey.

«Lo ha hecho por mí», pensó Kit, intentando servirle una copa de coñac a Elinor sin derramarlo.

Sólo unos días antes, Flora se había acercado a Richard en un estado de gran emoción.

—Cariño, ¡algo maravilloso! Me he encontrado con Elinor Pringle en la cafetería y me ha contado que Geoffrey ha escrito una obra de teatro y que la van a estrenar en Londres.

—Sí, lo sé.

—¿Lo sabes?

—Yo también he visto a Elinor.

—No me lo habías dicho.

—La veo a menudo, subiendo y bajando la colina.

—¿Por qué no me lo dijiste? Queda tan poco tiempo… Tenemos que invitarlos a cenar inmediatamente, en cuanto puedan. Es muy posible que haya algún papel en la obra para Kit.



descargar



Descargo de responsabilidad:
Este sitio no almacena ningún archivo en su servidor. Solo indexamos y enlazamos.                                                  Contenido proporcionado por otros sitios. Póngase en contacto con los proveedores de contenido para eliminar el contenido de derechos de autor, si corresponde, y envíenos un correo electrónico. Inmediatamente eliminaremos los enlaces o contenidos relevantes.