Tres noches by Austin Wright

Tres noches by Austin Wright

autor:Austin Wright [Wright, Austin]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga
editor: ePubLibre
publicado: 1992-12-31T23:00:00+00:00


Animales nocturnos 17

Durante la comida, le dijo a Francesca Hooton:

—Tenemos a dos. He identificado a uno y al otro lo mataron.

—¿Estás contento?

—Muchísimo.

—Mataron a uno. ¿Eso te pone contento?

—Sí.

—¿Qué deseas que hagan con el que han cogido?

—¿Lou? Quiero que se haga justicia.

—¿Qué en su caso sería…?

Tony Hastings no estaba preparado para ese planteamiento.

—¿La muerte? ¿Deberían condenarlo a muerte?

A él se le ocurrió que aquélla era una cuestión política. Siempre había evitado las discusiones políticas con Francesca debido a la furibunda inclinación derechista de ella.

—Lou no es el que importa —dijo—. El auténticamente perverso todavía anda suelto.

—¿A ése sí deberían condenarlo a muerte?

Tony pensó que, si le revelaba sus pensamientos, ella podría creer que habían aniquilado en él el principio que lo llevaba a oponerse a la pena de muerte.

—No sé cuál es el castigo que deseo —admitió.

—Pero quieres que sufran, ¿no?

La idea lo hizo morderse el labio inferior, como solía hacer de chico.

—Querría que pasaran por lo mismo que yo.

—Que mataran a sus mujeres y sus hijos.

—No, eso no.

—Es a ellos a quienes habría que matar.

—Supongo que sí.

—Como al Turco. ¿Te sientes satisfecho por cómo mataron al Turco?

—El Turco no era importante. Era un peón de Ray.

—No has contestado a mi pregunta.

—No lo sé. Lo mataron en un atraco.

—De modo que recibió su merecido y eso te satisface.

—Puede que no. No fue un castigo. No supo por qué lo estaban castigando.

—Te gustaría que lo hubiese sabido.

—Me gustaría que supieran lo que hicieron. Me gustaría que les mostrasen exactamente qué fue lo que hicieron.

—Ellos saben lo que hicieron, Tony.

—No saben su significado.

—Tal vez sí. Sencillamente no les importa.

—Querría lograr que lo supiesen.

—¿Hablas de arrepentimiento? ¿Qué dijeran lo mucho que lo sienten?

—Querría que supiesen exactamente cuán horrible es lo que hicieron.

—Tony, ¿de verdad lo crees posible?

—Supongo que no.

—¿De veras quieres eso? Supón que Ray tomara conciencia de ello. Sería una persona diferente. ¿No deberían entonces ponerlo en libertad?

—No debe andar suelto.

—Él sabe que te hizo daño, Tony. No lo dudes: lo sabe.

—Me gustaría devolverle el daño.

—Devolverle el daño. Pero no matarlo.

—Matarlo también. Las dos cosas.

—¿Las dos? ¿No basta con que sufra?

—Querría hacerle sufrir la agonía.

—¡Ah! ¿Torturarlo?

—Querría que supiese que está muriendo y por qué. Cuando digo agonía me refiero a eso.

—¿Querrías matar tú mismo a Ray?

—Querría que supiese que soy la causa de su muerte.

—Ajá. —Francesca se dio un sonoro puñetazo en la otra palma—. Tú no quieres que comprenda lo perverso que fue. Eso te importa un comino. Tú lo que quieres es que sepa que no puede hacerte el daño que te hizo y salir impune. Debido a quién eres.

—No puede hacerme eso y salir impune.

—Ahora hablas como es debido.

La cabellera de ribetes dorados pendía a un lado de su rostro, que había apoyado en una mano, mientras le dedicaba a Tony una mirada bella y anhelante.

—Me acuerdo de Helen dándonos a Laura y a mí una lección sobre lo primitivo que era el sentimiento de venganza. Podíamos distinguir con precisión entre venganza y justicia, y recuerdo lo civilizados que nos creíamos.



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