Transbordo by Sebastià Portell

Transbordo by Sebastià Portell

autor:Sebastià Portell [Portell, Sebastià]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: teatro gay
editor: Egales
publicado: 0101-01-01T00:00:00+00:00


OSCURO

EPÍLOGO

MARTA SEGARRA

Directora de investigación en el

Laboratoire d’Études de Genre et de Sexualité (LEGS)

Sebastià Portell nos ofrece con Transbordo una obra militante y didáctica, pero también poética y llena de humor. Militante porque su protagonista, Pol, se opone encarnizadamente a la patologización de las personas trans, aunque esta resistencia tenga para él un coste personal elevado. Didáctica porque hay todavía mucha gente que se interroga con perplejidad sobre la «necesidad» de cambiar de género y sobre las razones por las que cada vez más jóvenes se deciden a hacer esta transición. Se nota que Portell ha leído bastantes ensayos teóricos sobre el tema, pero solo cita a un autor, Paul B. Preciado, que se convierte así en una especie de personaje de la obra. En este sentido, Transbordo retoma la función política que siempre ha tenido el teatro occidental, desde Esquilo a Ariane Mnouchkine, pasando por Shakespeare.

Pero, si Transbordo puede ser considerado un manifiesto, se trata sin duda de un manifiesto poético, como La risa de la medusa, de Hélène Cixous, ya que se estructura alrededor de unas imágenes metafóricas, las más relevantes de las cuales son la del «transbordo» del título y la del andén; las dos, pues, en relación con los viajes en tren —el cruasán de chocolate es otra, más juguetona e infantil, tal como corresponde a su significado dentro de la obra—.

El concepto de transbordo, como deja entrever la misma palabra, es una alusión transparente a la transición que ha empezado Pol. El prefijo trans nos indica que el personaje quiere ir ‘más allá’ (o ‘a través’, otro sentido del prefijo trans) no tanto de su identidad de género inicial, correspondiente a la de una chica que se llamaba Elisenda, sino más bien del binarismo de género, de la creencia de que solo hay dos sexos y dos géneros y de que la frontera que los separa es fija y claramente definida. Bordo, por su parte, se refiere al contorno, al lado o a la acera, sobre todo de una embarcación.

Por tanto, Pol, cuando dice que está «en un andén a punto de hacer transbordo», se encuentra en realidad en un no lugar, en un «espacio otro», que es la definición que Michel Foucault da de las heterotopías, lugares reales que aun así comportan una carga imaginaria muy grande y que se encuentran al margen del tiempo y el espacio sociales habituales. El andén, en su significado de antes del ferrocarril, hace referencia al espacio entre, ya que, según el Diccionari de l’Institut d’Estudis Catalans, designa una ‘franja de tierra entre los términos de dos campos contiguos, entre hilera e hilera de una viña, entre racimo y racimo de una siega’.

Si esta definición campesina del andén, tan urbano, parece estar lejos del regusto marítimo del transbordo —recordemos que Foucault dijo que el barco era la heterotopía por excelencia—, es porque hemos olvidado el origen etimológico de la palabra tren, que remite al flujo de las mareas. En definitiva, otra prueba de que bajo los adoquines encontramos la playa, según el evocador eslogan del mayo del 68.



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